El Gobierno húngaro del ultranacionalista Viktor Orban pretende tener detenidos a todos los solicitantes de asilo que lleguen al país durante el tiempo, a menudo meses, cuando no años, que se tarde en resolver sus casos, examinados uno a uno. Aunque no se conocen los datos de Hungría, Alemania, que ha recibido a un millón de extranjeros desde principios de 2015, tiene sobre la mesa 435.000 solicitudes de asilo pendientes.

La pretensión tendría que ser autorizada por la UE, con la que Hungría ya ha tenido varios conflictos por su política migratoria, y fue comunicada esta semana al diario británico "The Guardian" por el portavoz de Budapest, Zoltan Kóvacs. El portavoz resaltó que la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE UU ha producido "un cambio de humor en Europa" que, a su entender, facilitaría ahora la aceptación.

Kóvacs, que presentó la propuesta húngara como un modo de defender las fronteras exteriores de la UE, explicó que los demandantes de asilo estarán privados de toda libertad de movimientos, salvo para regresar a sus países de origen. Hungría ha levantado vallas fronterizas con Serbia para dificultar la llegada de refugiados.

Sin embargo, consideró que los campos donde permanecerán no deberían ser descritos como "centros de detención" y aseguró que cumplirían "todos los estándares requeridos por la UE", incluido el suministro de comida y educación para menores no acompañados. Las malas condiciones de los campos de refugiados húngaros han sido denunciadas por organismos de defensa de los derechos humanos como Amnistía Internacional.

"Todavía no tenemos un nombre adecuado para esos lugares, esa será la próxima tarea. No se trata de detención, se trata de no darles las mismas posibilidades que a los ciudadanos europeos", dijo Kóvacs, quien aseguró que este fin de semana fueron detenidas cien personas que trataban de entrar de modo ilegal en el país y que han solicitado asilo.

Representantes de Hungría y otros catorce países europeos acordaron ayer en Viena trazar un nuevo plan de seguridad, que debería estar listo en abril o mayo, para controlar la "ruta de los Balcanes", a través de la que siguen llegando cientos de personas cada semana. La ruta ha cedido el 98% de su protagonismo a la marítima, que enlaza Libia con Italia, después de que se cerrase la frontera con Macedonia y se firmaran los acuerdos con Turquía. Ambas medidas han convertido a Grecia en un enorme campo de refugiados. El plan deberá ser sometido a Bruselas, pero las autoridades austriacas mostraron ayer su escepticismo sobre una rápida actuación de las autoridades comunitarias. "No vamos a esperar", advirtió el ministro austriaco de Defensa, Hans Peter Doskozil.