La líder de la ultraderecha francesa y candidata presidencial, Marine Le Pen, recibió ayer un duro golpe de la policía judicial con la detención de dos de sus más próximos colaboradores, su jefa de gabinete, Catherine Griset, que ha sido imputada, y su guardaespaldas, Thierry Légier, que ha quedado sin cargos. Ambos fueron interrogados por el escándalo de los empleos ficticios del Frente Nacional (FN). Las detenciones llegaron dos días después de que, el lunes, fuera registrada la sede central del FN en París.

De este modo, Le Pen, que denunció ayer mismo ser víctima de una "persecución política", se suma al candidato presidencial conservador, François Fillon, en la lista de los aspirantes al Elíseo salpicados por la corrupción. Fillon está siendo investigado por sospechas de contratar en falso a su esposa y a dos de sus hijos como asistentes parlamentarios.

El Parlamento Europeo reclama a Le Pen, que es eurodiputada, 339.946 euros que considera malversados por haber sido pagados a personas de su entorno a las que ha querido presentar como asistentes de eurodiputados. Entre los beneficiarios de estos pagos estarían Griset, de 2010 a 2016, y Légier, en 2011. La Eurocámara, que ha reducido el sueldo a Le Pen para recuperar la suma defraudada, dio parte a la justicia francesa, que abrió la investigación conducente a las dos detenciones de ayer.

Según la última encuesta sobre las presidenciales, publicada el martes por el semanario "L'Express", Le Pen encabeza las preferencias de voto para la primera vuelta presidencial del 23 de abril (28%), seguida de Fillon (21%), que recupera el segundo lugar, tras haber caído al tercero a raíz del escándalo de su esposa. El tercer puesto vuelve a ser para el socioliberal Emmanuel Macron (18,5%), quien cae cinco puntos respecto a la anterior oleada del mismo sondeo, mientras Fillon gana tres puntos y Le Pen avanza punto y medio. En la segunda vuelta, el 7 de mayo, Le Pen sería derrotada tanto por Macron (59%) como por Fillon (56%).

La posición de Macron se vio reforzada ayer por el anuncio del centrista François Bayrou de que no se presentará a las elecciones presidenciales. Bayrou, al que la encuesta citada otorgaba un respaldo del 6%, concurrió a las elecciones de 2002 (7%), 2007 (18%) y 2012 (10%). En 2007 llamó a votar por la socialista Ségolène Royal en la segunda ronda, mientras que en 2012 lo hizo por Hollande, llamamiento que el derrotado Nicolas Sarkozy consideró una de las causas de su fracaso.

Bayrou, alcalde de Pau, justificó su retirada de la carrera electoral por la necesidad de evitar "la dispersión electoral" y ofreció a Macron una alianza para conjurar "el peligro de la victoria de la extrema derecha, que supondría el fracaso de Francia y el desgarro de Europa". El centrista puso como condiciones de la futura alianza la adopción de medidas para "moralizar" la política francesa y para introducir mayores dosis de proporcionalidad en las elecciones. Macron aceptó la alianza propuesta y aseguró que el entendimiento con el político centrista, que hace unos meses lo calificó de "candidato de las fuerzas del dinero", coincide con su voluntad de reagrupar al centroizquierda.