El candidato de la derecha a las presidenciales francesas, François Fillon, afirmó este domingo que no ve razones para retirarse, sobre todo después del apoyo popular recibido esta tarde en la calle, y aunque dijo que está dispuesto a dialogar con su partido, la decisión final la tomará él.

"Nadie puede impedirme ser candidato", subrayó Fillon en una entrevista al canal France 2, en la que recordó que fue "elegido democráticamente" en las primarias de la derecha y el centro en noviembre pasado, y además cuenta con las firmas necesarias para formalizar la candidatura.

Pero a continuación admitió que "eso no quiere decir que no estoy dispuesto a dialogar", y aunque asistirá este lunes al consejo político que ha organizado con carácter urgente su partido, Los Republicanos, insistió en que la decisión será suya.

En cualquier caso, subrayó que su intención de seguir adelante "se ha visto confortada" por la concentración en la explanada del Trocadero de París, que según su versión reunió a 200.000 personas (la policía habló de 40.000), "que todo el mundo decía que iba a ser un fracaso y ha sido un éxito".

Explicó que si abandonara, eso conduciría a "un callejón" para la derecha y el centro, y consideró que un programa que no fuera "radical" como el suyo "conduciría al fracaso".

"No soy autista, veo las dificultades (...). No estoy encerrado en una certidumbre, pero constato que no hay alternativa".

Ante la deserción en cadena de responsables y cargos políticos de la derecha por el escándalo que arrastra (más de 250 han pedido que abandone la carrera al Elíseo), señaló que "no es el partido el que va a decidir".

Y a ese respecto, aunque reconoció que había estado estos últimos días en contacto con los que fueron sus principales rivales en las primarias de la derecha, Alain Juppé y Nicolas Sarkozy, reiteró que no serán ellos los que tomarán "la decisión en (su) lugar".

"Hoy -argumentó- la cuestión es si mi candidatura, validada por las primarias, la sigue apoyando una mayoría de la derecha y el centro, y eso es lo que ha quedado demostrado" con la concentración en París.

Muchos de los que han pedido que renuncie han propuesto que Juppé tome el relevo por haber acabado en segundo lugar en las primarias de noviembre. Ante esa alternativa, Fillon dijo que "no corresponde a la elección de la derecha y el centro".

"Cualquier candidatura improvisada a 50 días de las elecciones presidenciales, con un proyecto que no sería de ruptura ni un proyecto en el fondo radical como el que he propuesto, y que ocasionó mi victoria en las primarias (...) conduciría al fracaso".

Juppé, que hizo saber por personas de su entorno el viernes pasado que podría ser el sustituto de Fillon si este abandonara, esta noche indicó que mañana por la mañana hará una declaración a la prensa desde Burdeos, la ciudad de la que es alcalde.

Baño de masas

El contraataque este domingo de François Fillon contra los que en su campo le han abandonado y reclaman que renuncie a la candidatura de la derecha a las presidenciales francesas por el lastre de la investigación judicial que le persigue preludia una lucha intestina con resultado incierto.

Amparándose en las varias decenas de miles de personas (40.000 según la policía, "más de 200.000", según los organizadores) que consiguió reunir en su apoyo en la explanada del Trocadero de París, en una tarde fría y con repetidos chubascos, Fillon denunció las "traiciones" y "la deserción asumida sin vergüenza y también sin orgullo".

Unas palabras dirigidas a las decenas de cargos electos y responsables de la derecha (más de 250 desde que el miércoles indicó que ha sido convocado el día 15 ante el juez con vistas a su probable imputación) que le han pedido que abandone la carrera por el Elíseo ante el riesgo de una derrota en las elecciones.

Una amenaza que se ha visto reafirmada con una encuesta publicada hoy, según la cual un 71 % de los franceses no quiere que Fillon mantenga su candidatura, seis puntos más que hace dos semanas.

El ex primer ministro conservador reconoció su "parte de responsabilidad" en esta situación, y más concretamente dos errores: el primero haber pedido a su mujer, Penelope, que trabajara para él como asistente parlamentaria -la cuestión que está en el centro de la investigación judicial de que es objeto-, y el segundo las dudas para hacer público ese empleo supuestamente ficticio.

Fillon no despejó la duda de si tiene intención de mantener su candidatura a toda costa. Aseguró que ha hecho su examen de conciencia en unas circunstancias que no desea a nadie, y que ahora corresponde hacer lo mismo a los responsables de la derecha y del centro.

Además, les fijó una serie de condiciones en forma de preguntas retóricas: "¿Dejaréis que las pasiones del momento se pongan por delante de las necesidades de la nación? ¿Dejaréis que los intereses de camarillas y de carrera y las maniobras pasen por encima de la grandeza y la coherencia de un proyecto adoptado por cuatro millones de personas?".

La ambigüedad de su posición queda en evidencia con su comentario de que si bien la "multitud inmensa" de esta tarde en el Trocadero le incita a seguir adelante, tiene también que interrogarse por "los que dudan y abandonan el barco", a los que advirtió que "su responsabilidad es inmensa", igual que la suya.

Porque según su análisis, "la caza al hombre", de la que dice ser objeto, más allá de querer perjudicarle personalmente, lo que busca es "romper la derecha, robarle el voto".

Un discurso que cobra un eco particular cuando muchos de los que le han abandonado le reclaman un gesto para pasar el relevo a quien quedó en segunda posición, por detrás de él, en las primarias de la derecha de noviembre, Alain Juppé.

El candidato conservador estuvo rodeado durante su discurso en la explanada del Trocadero por el cada vez más pequeño círculo de los fieles, entre los cuales una figura particularmente destacada, el exministro François Baroin, conocido por haber estado en el equipo de Nicolas Sarkozy durante las primarias y que algunos quieren ver como también un posible sustituto.

Igualmente estaba allí su esposa, que salió de su mutismo desde que el 25 de enero estalló el escándalo que le afecta, con una entrevista publicada estratégicamente hoy en Le Journal du Dimanche para dar dos mensajes básicos.

Penelope Fillon aseguró que el empleo de asistente parlamentaria que tuvo gracias a su marido durante ocho años (en los que recibió 500.000 euros de remuneración bruta de dinero público) no era ficticio, sino que hacía "tareas muy variadas".

Y que quiere que su marido vaya "hasta el final", porque "es el único candidato que tiene la experiencia, la visión, el proyecto y la determinación necesaria para dirigir Francia". Ella, en cualquier caso, le acompañará "allí donde vaya".

Fillon debe aclarar un poco más sus planes esta noche en una entrevista en el informativo de la televisión pública antes de que mañana se reúna el comité político de su partido, Los Republicanos, convocado de urgencia para sacar la derecha de las luchas intestinas que ya se han declarado.