La primera ministra británica, Theresa May, respondió ayer a las críticas recibidas en su país por no haber hecho ninguna mención a Gibraltar en la carta con la que el martes activó el proceso de divorcio con la UE. En un intento de tranquilizar a los gibraltareños, un portavoz de Downing Street anunció que May había hablado con el ministro principal del Peñón, Fabián Picardo, para hacerle saber que "nunca" cederá la soberanía del territorio a otro Estado sin el consentimiento de la población.

En el borrador de directrices para la negociación del "Brexit", la UE expone que después de la salida británica del bloque comunitario, ningún acuerdo entre Londres y los Veintisiete podrá ser aplicado en el Peñón si España se opone. O lo que es lo mismo: que para que ese acuerdo se aplique en Gibraltar será necesario un pacto bilateral previo entre España y el Reino Unido.

En la práctica, esa directriz otorga a España una capacidad de veto que el líder del Sinn Fein, Gerry Adams, echa en falta para el caso de Irlanda (país miembro de la UE) y el Ulster (que, como parte del Reino Unido, quedará fuera del bloque cuando se consume el "Brexit"). "Éste (el de España) es el tipo de veto que el primer ministro (irlandés, Enda Kenny) debería haber pedido".

Mientras, en Londres, el portavoz de May explicó que la "premier" le había dicho a Picardo que el Reino Unido sigue "absolutamente comprometido en su apoyo a Gibraltar, a su pueblo y a su economía". "La primera ministra le ha dicho que nunca entraremos en disposiciones por las cuales el pueblo de Gibraltar vea transferida su soberanía a otro Estado en contra de su deseo expresado libre y democráticamente, ni tampoco entraremos nunca en un proceso de negociación de la soberanía con el que Gibraltar no esté satisfecho", dijo.

Para Picardo, el borrador de directrices "sugiere que España trata de salirse con la suya, hipotecando la futura relación entre la Unión Europea y Gibraltar".