Unos cinco mil policías se reunieron ayer en Londres (en la foto) para dar el último adiós al agente degollado el pasado 22 de marzo por un terrorista, en un atentado en el que perdieron la vida otras cuatro personas, víctimas de atropello, además del agresor. Mientras, en Estocolmo, las autoridades admitieron que el uzbeko sospechoso del atentado del pasado viernes, en el que murieron cuatro personas, habría sido difícil de expulsar, pese a la orden que pesa sobre él, por las violaciones de los derechos humanos que se perpetran en Uzbekistán.