El secretario de Estado de EE UU, Rex Tillerson, llegó ayer a Rusia con un ultimátum para el presidente ruso, Vladímir Putin: debe elegir entre su apoyo al régimen sirio de Bachar al Asad o establecer una alianza con EE UU y sus aliados para resolver la crisis siria y combatir el yihadismo.

Tillerson es el primer alto funcionario de EE UU que visita Rusia desde la llegada al poder de Trump en enero. Lo hace después del ataque estadounidense del pasado viernes a una base siria, en represalia por el bombardeo con armas químicas que hace una semana mató a más de ochenta personas, 30 de ellas niños, y que Occidente atribuye a Damasco. Hoy se entrevistará con su homólogo local, Serguéi Lavrov, aunque está en duda si lo hará con Putin.

El responsable de la diplomacia de EE UU, que llegó a Moscú desde Italia, donde participó en una reunión de Exteriores del G-7, subrayó que "está claro que el reinado de la familia Al Asad está llegando a su fin" y que el dictador no puede participar en una solución duradera de la crisis siria.

Washington, que hace moralmente responsable a Rusia del ataque químico, considera que Moscú ha incumplido sus obligaciones como garante en el acuerdo de desarme químico pactado entre EE UU y Rusia en 2013. El acuerdo fue la alternativa a la campaña de represalias aéreas anunciada por el entonces presidente Obama.

Tillerson señaló que Washington se guarda en la recámara la posibilidad de nuevos bombardeos contra objetivos sirios, pero afirmó que para la Casa Blanca es prioritaria la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico. Esta ha sido la doctrina sostenida desde la campaña presidencial por Trump, aunque el ataque del pasado viernes hizo pensar a algunos analistas que sus prioridades se habían modificado.

En la reunión del G-7, los socios de EE UU no sólo rechazaron nuevas sanciones contra Moscú, propuestas por el Reino Unido, sino que abogaron con toda claridad por una solución diplomática al conflicto, admitiendo que sin Rusia e Irán no hay arreglo posible.

Mientras, Putin resaltó que no dará su brazo a torcer y que sigue considerando que no hay pruebas de la autoría de Damasco en el ataque químico. El líder del Kremlin anunció que, según los datos que maneja, se preparan nuevas "provocaciones" en forma de ataque químico para culpar a Al Asad. "Se proponen colocar algún tipo de sustancia y culpar de su uso" a Damasco, aseguró. El Estado Mayor ruso afirmó de que los terroristas ya están transportando sustancias tóxicas a la zona de Guta Oriental, escenario del ataque químico de 2013 que desembocó en el proceso de desarme.

Para Putin la situación actual es similar a la que precedió a la invasión de Irak en 2003, "cuando los representantes de EE UU en el Consejo de Seguridad mostraron pruebas de las supuestas armas de destrucción masiva" de Irak, que luego nadie encontró.

De hecho, la Casa Blanca aseguro ayer que tiene pruebas "claras y consistentes" de que el régimen de Al Asad perpetró el ataque químico de hace una semana y puso en duda que Moscú pudiese no estar al tanto de su preparación y ejecución.

Respecto a Corea del Norte, el otro gran frente de tensión que tiene abierto Trump, el inquilino de la Casa Blanca aseguró ayer que el régimen de Pyongyang "está buscando problemas". "Si China decide ayudar", añadió en un tuit, "estaría muy bien. Si no, resolveremos el problema sin ellos". Pocas horas antes, el Gobierno de Corea replicó al envío a la zona de un portaaviones del Pentágono proclamando que está preparado para responder "a un ataque preventivo" y "a todo tipo de guerra". Corea del Sur volvió a precisar ayer que un ataque de EE UU no llegará sin su participación e insistió en que sigue defendiendo una salida pacífica a la crisis.