El Ministerio de Defensa afgano elevó ayer a 94 el número de yihadistas muertos por el lanzamiento, el pasado jueves, del proyectil estadounidense GBU-43, conocido como la "madre de todas las bombas", sobre una base del grupo terrorista Estado Islámico (EI).

"Era el arma correcta contra el objetivo correcto", dijo el viernes el jefe del contingente militar estadounidense en Afganistán, el general John Nicholson, al hacer balance del ataque con la bomba convencional más grande empleada desde la II Guerra Mundial.

La GBU-43, lanzada en la provincia de Nangarhar, en el este de Afganistán, destruyó un complejo de túneles construido por los muyahidines durante la invasión soviética y mejorado por el EI que había aguantado otros bombardeos.

La principal base del EI en el país estaba ubicada en una zona montañosa en la parte más elevada del Valle Momand, en el distrito Achin, donde el grupo se refugiaba en un complejo sistema de túneles y cuevas.

Varios depósitos de munición de los terroristas y una decena de viviendas fueron destruidas en el ataque, que no dejó víctimas civiles, según detallaron en un comunicado las autoridades afganas.