Los cuatro principales candidatos al Elíseo están virtualmente empatados en los sondeos para la primera vuelta de las presidenciales francesas, que se celebra el próximo domingo sin que, a siete días de la cita, descuelle un favorito. El panorama que arrojan las últimas encuestas sitúa dentro del margen de error las diferencias entre los cuatro contendientes con opciones, con el socialista Benoît Hamon descolgado con un 7,5%, perjudicado por la sangría de votos de izquierda hacia Jean-Luc Mélenchon y Emmanuel Macron.

Las cosas están así: el socioliberal Macron y la ultraderechista Marine Le Pen cosechan un 22% cada uno, Mélenchon ostenta un 20% de la intención de voto y el conservador François Fillon resiste más que bien, pese a su imputación por falsificación y malversación de fondos, con el 19%.

De Fillon fue la frase del día. "Sé que estaré en la segunda vuelta", dijo en una entrevista en el semanario "Le Journal du Dimanche", argumentando que el escándalo de los empleos ficticios para su esposa y dos de sus hijos no ha podido mellar su "autoridad moral" para ser el próximo presidente. Mélenchon, también confiado, dijo a "Le Parisien": "Cuando me presento a unas elecciones es para ganarlas".

Lo único que parece claro sobre el duelo de la segunda vuelta, según los sondeos, es que si Le Pen llega a disputarlo, lo perderá, sea su rival el que sea.

Así las cosas, a unas semana de la primera vuelta, los aspirantes centran su esfuerzo de campaña en captar indecisos y cerrar la brecha de la abstención, ya que sólo el 66% ha decidido ya que acudirá a votar. Por eso Fillon pedía ayer a los electores que se movilicen y no de por sentado el resultado: "La victoria está al alcance". Un mensaje que suscribirían todos sus rivales.