La "semana horrible" de Donald Trump desembocó ayer en el nombramiento del exdirector del FBI Robert Mueller como fiscal especial encargado de llevar las investigaciones de la Policía federal sobre la trama rusa, nombre por el que se conoce la supuesta injerencia del Kremlin en las elecciones presidenciales de 2016. Mueller, de 72 años, dirigió el FBI en las administraciones Bush y Obama, entre 2001 y 2013, y ha sido nombrado por iniciativa del departamento de Justicia (Fiscalía General).

A Mueller, considerado un independiente de fuerte personalidad, le sucedió como director del FBI James Comey, quien fue destituido el martes de la semana pasada, día 9, por Trump, en una decisión que desencadenó la tormenta política que desde entonces vive EE UU. La filtración de que Trump reveló al día siguiente información confidencial al ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y la difusión por la prensa, este mismo miércoles, de las presiones del magnate a Comey para que parase las investigaciones sobre el Kremlin acabaron por convertir la tormenta en huracán.

El nombramiento de Mueller como fiscal especial fue celebrado por los legisladores demócratas, que lo consideraron "muy necesario" y expresaron su confianza en "su integridad", a la vez que exigieron a la Casa Blanca que lo dote de los medios y la independencia necesarios para llevar a cabo su "importante investigación".

Trump expresó su esperanza en que las pesquisas de Mueller prueben la falta de nexos entre su campaña y el Kremlin, y aprovechó para quejarse de ser víctima de "la mayor caza de brujas" de la historia de Estados Unidos.

El exdirector de la CIA John Brennan comparecerá la semana que viene ante la comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes para detallar las acciones de Moscú que, según un informe redactado a fines de 2016 por esa agencia, influyeron en la campaña.

La comparecencia de Brennan, que dejó la CIA al llegar Trump a la Casa Blanca, se anunció después de que la agencia Reuters asegurara que el equipo de Trump tuvo al menos 18 contactos con el Gobierno ruso entre abril y noviembre de 2016, de acuerdo con los registros que posee la CIA. Uno de los protagonistas de los contactos fue el dimitido consejero de Seguridad Nacional Mike Flynn.