El excanciller alemán Helmut Kohl, que dirigió el gobierno germano de 1982 a 1998 y fue el artífice de la reunificación de su país en 1990, murió ayer a los 87 años. El democristiano Kohl falleció en su domicilio de Ludwigshafen (suroeste del país), donde vivía con su segunda mujer, Maike Richter, que había sido su secretaria y con la que se casó tras el suicidio de su primera esposa en 2001. Kohl estaba alejado del mundo desde que en 2008 sufriera una caída que le confinó en una silla de ruedas.

Sus cuatro victorias electorales consecutivas (1983, 1987, 1990, 1994) le convirtieron en el mandatario alemán que más tiempo ha ostentado la jefatura del Gobierno, récord que la canciller Merkel, se dispone a igualar el próximo septiembre. Kohl, que llegó al poder en octubre de 1982 mediante una moción de censura, fue el "padrino político" de Merkel, a la que integró en el primer gobierno interalemán y que le sucedería a la cabeza del partido (CDU) después de que el ya excanciller se viera envuelto en un caso de financiación ilegal. La acción fue calificada de traición por el excanciller.

Kohl supo aprovechar con inteligencia y rapidez la coyuntura creada por la caída del Muro, en noviembre de 1990, para en un rápido proceso que venció las reticencias de la primera ministra británica, Margaret Thatcher, y del presidente francés, François Mitterrand, asimilar a los cinco "lander" de la Alemania comunista (RDA) y reunificar el país el 3 de octubre de 1990.

Esta actuación, y su europeísmo, fueron premiados en 1996 por la Fundación "Príncipe de Asturias" con el galardón de Cooperación Internacional. En su discurso de recepción del premio, pronunciado en el teatro Campoamor de Oviedo, Kohl agradeció a España "su amistad en el proceso de reunificación alemana". Las relaciones entre Kohl y el socialista Felipe González, cuya presidencia (1982-1996) coincidió con la del democristiano fueron excelentes.

La asimilación de los "lander" orientales representó una pesada factura para las arcas alemanas, que atravesaron una situación de postración durante casi toda la década de 1990. La llegada a la cancillería de Schroeder y la puesta en marcha de la "agenda 2010" introdujeron reformas económicas que, mediante el abaratamiento del coste de la mano de obra, permitieron el relanzamiento de la economía alemana y convirtieron a Berlín, reforzado por la entrada en vigor del euro (basado en la paridad con el marco) en la capital política efectiva de la UE, desequilibrando el eje francoalemán hasta el actual predominio germano.

Esta hegemonía alemana nunca gustó del todo a Kohl quien en lugar de una Europa alemana defendía una Alemania europea. En efecto, junto a la reunificación, el principal activo del balance de Kohl fue el impulso de la unidad europea con iniciativas como el Tratado de Maastricht o la preparación de la puesta en marcha del euro (2002), que no llegaría a ver circular desde la cancillería germana.