Kenia se sumió ayer por la noche en una espiral de violencia de perspectivas difíciles de calcular. La Policía dispersaba con gas lacrimógeno y disparos a miles de personas que se manifiestaban en diferentes puntos del país a los pocos minutos de ser proclamada la victoria del presidente saliente, Uhuru Kenyatta, en los comicios celebrados el pasado martes.

Los altercados comenzaron en el mismo instante en el que la comisión electoral hizo oficial la victoria del mandatario, a quien la oposición acusa desde el martes de haber amañado los comicios mediante una manipulación de los sistemas informáticos de recuento.

Según declaraciones de testigos, en dos de los suburbios más poblados de la capital, Nairobi, la situación era anoche caótica, con lanzamientos de piedras, incendios de neumáticos, y disparos de balas y gas lacrimógeno. Horas antes de la proclamación de resultados, la oposición ya había anunciado que no los aceptaría.