Pekín, la tercera etapa de la gira asiática del presidente de EE UU, Donald Trump, puso ayer de manifiesto el buen momento que -pese a Corea del Norte y a las diferencias sobre comercio- atraviesan las relaciones bilaterales. El líder chino, Xi Jingpiang, que en abril fue recibido por Trump en su resort floridano de Mar-a-Lago decidió optar por la reciprocidad y dio la bienvenida al magnate en la Ciudad Prohibida, un gesto sin precedentes desde la fundación del régimen comunista en 1949.

Atrás quedan las bravatas de Trump contra China durante la campaña de las presidenciales de 2016. Ayer, precisamente, se cumplió un año de las elecciones en las que Trump se impuso por sorpresa, y su tono ha cambiado, aunque persiste la insistencia en nivelar el comercio bilateral.

De ahí que la comitiva de Trump, en la que viajan ejecutivos de una treintena de grandes empresas, no haya dudado en airear que durante la visita se han firmado contratos comerciales por importe de 9.000 millones de dólares (unos 7.700 millones de euros) en 19 áreas que incluyen sectores como la energía, la aeronáutica o la agricultura.

La cifra es importante pero palidece ante las difundidas ayer por Pekín sobre el comercio bilateral. Los datos de comercio exterior del gigante asiático durante los diez primeros meses del año muestran que China registró un superávit con EE UU en el comercio de bienes por valor de 233.000 millones de dólares (unos 200.000 millones de euros), con un incremento del 8% sobre igual período de 2016.

En la Ciudad Prohibida, monumento del siglo XV situado justo al norte de la plaza de Tiananmen y que sirvió hasta 1911 de residencia y centro de gobierno de los emperadores Ming y Qing, Xi y su esposa, Peng Liyuan, una soprano famosa en el país, recibieron a los Trump a la entrada del Salón de los Tesoros.

Los dos líderes y sus esposas compartieron una tradicional taza de té en un acto distendido. Trump enseñó a Xi, con su teléfono móvil, un vídeo de su nieta Arabella recitando en chino (esta vez la hija de Ivanka Trump no pudo hacerlo en persona, como medio año atrás en Mar-a-Lago) y el mandatario asiático aseguró que la niña ya es famosa en China y merece la máxima nota por su dominio del mandarín.

En el plano geopolítico, la llegada de Trump a Pekín se vio acompañada de una comparecencia de la portavoz de Exteriores, Hua Chunying, quien aseguró que Pekín investigará si, tal y como denunció Trump desde Seúl, no se están aplicando completamente las resoluciones del Consejo de Seguridad para presionar a Corea del Norte y que detenga su programa nuclear.

En un mensaje a Rusia y China desde la capital surcoreana, Trump pidió "aplicar completamente las resoluciones del Consejo de Seguridad", reducir los vínculos diplomáticos con el régimen de Pyongyang y cortar "todos los lazos de suministro comercial y tecnológico". Un funcionario estadounidense denunció que aunque Pekín "está haciendo mucho más que lo que ha hecho en el pasado", persiste cierta actividad económica en la frontera con Corea del Norte y "todavía hay algunos lazos financieros que no deberían darse ya".

En paralelo a la visita de Trump a China, Washington adelantó que hoy, jueves, entrarán en vigor las restricciones de viajes a Cuba y las prohibiciones de hacer negocios con determinadas empresas de la isla anunciadas en junio por el magnate. Las medidas forman parte del plan de Trump para congelar la apertura en las relaciones bilaterales con la isla caribeña.

A partir de ahora los estadounidenses tendrán prohibido hacer transacciones con entidades cubanas controladas por los servicios militares, de inteligencia y de seguridad. En cuanto a los viajes individuales de estadounidenses a la isla para abrir contactos con el pueblo cubano, todos los que "no tengan carácter académico dejarán de estarán autorizados".