El Consejero de Seguridad Nacional de EE UU, teniente general H.R. McMaster, anunció ayer que los tiempos de la "paciencia estratégica" se han acabado y adelantó que el presidente Trump dará a conocer próximamente una nueva doctrina de seguridad destinada a aumentar la "influencia" exterior del país.

La nueva doctrina, directriz básica de la política exterior, se centrará, según McMaster, "en proteger nuestro territorio, aumentar nuestra prosperidad, preservar la paz mediante la fuerza y, finalmente, incrementar la influencia de EE UU en el mundo". McMaster, en unión del secretario de Defensa, general Mattis, y el jefe del gabinete presidencial, general Kelly, compone el triángulo militar que guía los pasos de Trump en el campo de la política exterior, en el que el magnate carece de cualquier experiencia.

De acuerdo con McMaster, la intención de Trump no es basar la seguridad nacional en una "ideología rígida", sino en la defensa de la "esencia de los intereses nacionales". Sus palabras contrastan con el discurso defendido habitualmente por el secretario de Estado, el petrolero Rex Tillerson, quien suele abogar por soluciones diplomáticas a la creciente tensión entre EE UU y países como Corea del Norte e Irán.

Precisamente, esa postura conciliadora de Tillerson le ha costado desencuentros con Trump -de quien ha llegado a decir que es "idiota"- y parece haberlo hecho caer en desgracia, aunque en los últimos días el magnate ha asegurado que lo mantendrá en el cargo, pese a las informaciones cada vez más frecuentes sobre su inminente destitución.

En mitad de este choque de discursos -no demasiado extraño entre quienes representan la rama militar y la diplomática de la acción exterior- EE UU tomó ayer una iniciativa polémica. Su embajadora en la ONU, Nikki Haley, anunció que Washington se retira del Pacto Mundial de Naciones Unidas sobre protección de inmigrantes y refugiados por considerar que la política migratoria del país debe estar en manos "sólo" de los estadounidenses.

EE UU se unió al pacto en 2016, bajo el mandato del expresidente Obama (2009-2017), al firmar la Declaración de Nueva York sobre migración. Sin embargo, Trump considera que "numerosos puntos" del documento "son contrarios" a las políticas de EE UU en ese ámbito.

El control de las fronteras ha ocupado una posición central en el discurso del actual presidente desde los días de la campaña electoral. Tras su llegada a la Casa Blanca, Trump ha intentado hasta en tres ocasiones dictar un veto migratorio para poblaciones islámicas, chocando en cada ocasión con los tribunales.