El nuevo canciller austríaco, Sebastian Kurz, quiso dejar claro ayer en Bruselas el carácter proeuropeo de su Ejecutivo, de coalición con la formación de extrema derecha Partido Liberal de Austria (FPÖ), al tiempo que abogó por reducir el peso de la normativa comunitaria y aumentar la llamada subsidiariedad.

Elegir la capital comunitaria como destino de su primer viaje tras su toma de posesión, el pasado lunes, ha tenido un fuerte carácter simbólico por los temores de la UE a encontrar en Austria un nuevo feudo eurófobo, que se sume a Hungría, Polonia, Chequia o Eslovaquia.

La visita fue acogida con aparente agrado tanto por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, como por el de la Comisión, Jean-Claude Juncker. El luxemburgués pidió en rueda de prensa que "se juzgue al nuevo canciller por sus actos" y no se saquen conclusiones prematuras sobre su orientación.