El régimen de Damasco ha sellado un acuerdo militar con las milicias kurdas del YPG para frenar la ofensiva turca en la región de Afrin, en el noroeste del país, que se prolonga desde hace un mes. El acuerdo fue anunciado el domingo por la tarde por un alto responsable kurdo y fue confirmado ayer por fuentes de Damasco. Las fuentes aseguraron que la entrada de los efectivos gubernamentales en Afrin se producirá de modo inminente, aunque hasta anoche ninguno de los periodistas destacados sobre el terreno había detectado movimientos. Las milicias del YPG son los principales aliados de EE UU en la zona.

Aunque el acuerdo con Asad fue desmentido anoche, aunque en términos poco convincentes por la dirección del YPG, todo indica que la intervención de Damasco va en serio. Así lo da a entender la furibunda reacción de Turquía -"nadie nos parará", afirmó Ankara- y, aún más relevante, su posterior anuncio de que, por el momento, descarta la prevista operación militar en la región de Manjib, limítrofe con Afrin. Ankara considera que la situación de Manjib puede resolverse negociando con EE UU, que tiene allí presencia militar relevante.

Otro indicador de que la entrada de las tropas de Damasco en Afrin tiene elevados visos de verosimilitud es la oferta de mediación con la que Rusia ha intervenido en este giro imprevisto de la ofensiva turca. "No imponemos nuestra mediación a nadie pero, si es necesario, estamos dispuestos a prestar nuestros servicios para detener el derramamiento de sangre y encontrar denominadores comunes", afirmó el viceministro de Exteriores ruso, Mijail Bogdanov.