La alerta de las autoridades se mantiene en máximos en Reino Unido en relación con la agresión sufrida por un exespía ruso, el coronel Sergei Skripal, de 66 años, agente doble al servicio de Moscú y Londres, que el pasado domingo se desplomó, al igual que su hija Yulia, de 33 años, en un centro comercial de Salisbury, en el sur de Inglaterra. Ambos se encuentran en estado muy grave tras haber sido atacados, al parecer, con algún tipo de agente nervioso que no ha sido precisado.

El Gobierno británico ha decretado el despliegue de unos 180 militares para investigar el incidente, al tiempo que se analizan las tumbas de la mujer y un hijo del exagente ruso, para determinar si sus fallecimientos tienen alguna relación con el incidente del domingo, según informó ayer el diario "The Guardian".

El despliegue de los uniformados, que incluye militares del cuerpo de marines, tiene como objetivo retirar pruebas que puedan estar contaminadas por la sustancia que dejó inconscientes a Skripal y su hija. En el despliegue participan también miembros de la Fuerza Aérea británica (RAF) y especialistas químicos que se encargan de la retirada de vehículos de los escenarios del incidente.

El coronel y su hija fueron encontrados inconscientes en un banco próximo al centro comercial "The Maltings" y, desde entonces, están ingresados en una unidad de cuidados intensivos de un centro médico local. La investigación se amplió el jueves, cuando la Policía decidió abrir las tumbas de Liudmila y Alexander, la mujer y el hijo de Skripal, que murieron hace años, para tratar de aclarar las causas de su fallecimiento.

La Policía informó, además, de que 21 personas han recibido tratamiento médico a raíz del incidente del domingo. Entre los heridos figura el sargento de la Policía Nick Bailey, quien permanece con pronóstico grave pero estable. Bailey está consciente aunque "muy ansioso y muy preocupado", según fuentes policiales. La ministra del Interior británica, la conservadora Amber Rudd, se reunió ayer con Bailey durante una visita al hospital de distrito de Salisbury.

Las sospechas sobre la agresión han recaído en Rusia, ya que el agente fue detenido en 2006 por los servicios de Moscú, acusado de filtrar datos de espías rusos al MI6 británico. Tras ser condenado a 13 años de cárcel fue liberado en 2010 durante un canje de espías. Londres ha amenazado a Rusia con consecuencias serias si se prueba que está tras los hechos.