Un nuevo fantasma recorre Europa, cuyo proyecto comunitario se siente seriamente amenazado por una colosal conjunción de enemigos internos y externos que trabajan sin descanso en la imparable fabricación de noticias falsas y medias verdades para intoxicar a la gente y alimentar sus más bajos instintos. Las autoridades europeas, conscientes por fin de lo que hay en juego y de la envergadura de los adversarios, han puesto a trabajar a conciencia a un ejército de periodistas y expertos en redes sociales en la sede de la Comisión Europea (CE) de Bruselas, el edificio Berlaymont, para combatir los bulos que desde San Petersburgo (Rusia) ensucian la imagen de la Marca Europa con el claro propósito de desmotivar a los ciudadanos en las elecciones del próximo año.

"Estamos en una especie de guerra entre los Jedi y el Lado Oscuro", reconoce uno de los responsables de comunicación de la CE , inmerso en la frenética batalla virtual que se libra en internet para contrarrestar tanto la abrumadora campaña rusa de emponzoñamiento como las 'fake news' del presidente norteamericano, Donald Trump, y de la extrema derecha europea, firmemente decidida a romper la fragilidad del proyecto comunitario, "un monstruo burocrático" en constante evolución que hasta antes de la crisis económica se vendía con facilidad pero que se encuentra ahora acorralado por los populismos.

"Hasta no hace mucho tiempo en el departamento de estrategia de comunicación nos dejábamos llevar", reconoce el mismo funcionario al dar fe de que no salieron de su error hasta que el Brexit se lo descubrió con toda su crudeza el 23 de junio de 2016, cuando la website de la CE casi se colapsa por una avalancha de consultas de muchos británicos interesados por conocer las consecuencias de lo que acaban de votar al decidir su salida de la Unión Europea (UE).

La crisis económica destapó todos los demonios contra lo desconocido y lo que viene de fuera, hinchando las velas de unos movimientos populistas conjurados a sangre y fuego contra la UE, una marca abiertamente denostada por uno de cada cinco europeos. De ese lodazal surgieron reacciones de extremo rechazo hasta de países privilegiados por la ayuda comunitaria como Eslovaquia y Hungría. Después de recibir los primeros golpes sin reaccionar, la CE trata ahora, bastante tarde, de deshacer entuertos y de llegar también a los sentimientos de los ciudadanos con campañas informativas principalmente en el medio rural y en zonas industriales azotadas por la crisis. Populismo contra populismo positivo, reconocen los funcionarios europeos, que se niegan en redondo a salir del anonimato al analizar para Epipress la caótica situación que atraviesa Europa

Bruselas intenta ponerse las pilas para combatir la desinformación con una información "fiable y respetable" que toque los sentimientos y deje en evidencia la descarada injerencia rusa, decidida a desanimar con sus bulos a la gente para que no acuda a votar en las elecciones al Parlamento Europeo del próximo año. La tarea no es fácil, admiten, porque la fábrica rusa de mentiras crea y utiliza un sinfín de cuentas falsas para avanzar en esta nueva modalidad de guerra en la que Europa está claramente en desventaja.

El fiasco del Brexit que tiene aturdidos a muchos británicos y el desprestigio internacional de la verborrea del líder norteamericano Donald Trump, un presidente al que un colaborador de la alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, compara con un niño malcriado al que "habría que dar los dos guantazos que está pidiendo", han contribuido mejorar levemente la imagen de la UE.

"La guerra fría daba mucha seguridad al mundo porque se sabía dónde estaban los nuestros y dónde, el enemigo", reflexiona el mismo asesor de Mogherini al aludir a nuestra era global en la que los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) junto con Turquía, México y Canadá cambian las relaciones de poder existentes hasta ahora y sacan músculo para dejar claro que no van a permitir que su futuro lo decidan los bloques estadounidense y europeo.

El miedo se ha hecho tan grande que ya hay quien piensa que en treinta años Europa puede quedar reducida a la nada ante la feroz acometida de este maremágnum de 'bots' (cuentas falsas que simulan ser personas pero que son robots), 'fake news' (noticias que conducen deliberadamente al engaño) y técnicas de 'astroturfing' (intoxicaciones a través de supuestas reacciones espontáneas de un grupo inexistente que se presenta entusiasmado con una causa), las nuevas armas de destrucción masiva de la verdad. Los resultados están ahí: Europa en vez de agrandarse se desangra con el Brexit, los populismos, la xenofobia y los movimientos separatistas sin que sus 55.000 funcionarios dedicados a la acción exterior- Estados Unidos solo cuenta con 18.000- hayan sido capaces de reaccionar ante la avalancha destructora que aunque pueda tener móviles diferentes ataca principalmente desde Rusia y Estados Unidos.

"Que el Reino Unido se vaya de Europa es una mala idea pero es que ni siquiera nos dejaron ir a explicarles por qué era una mala idea. Simplemente nos dijeron que era un asunto interno", se queja un funcionario europeo para añadir no sin cierta amargura lo que acaba de ocurrir en Italia, donde más de la mitad de sus ciudadanos apoyaron a partidos antisistema y lo que sucede en España, país en el que también crece la desafección hacia Europa a pesar de haber recibido desde su entrada en la UE el equivalente a más de dos Planes Marshall (más de 200.000 millones de euros).