El Parlamento chino reeligió ayer a Xi Jinping como presidente, lo que, tras la eliminación del límite de mandatos, le convierte en el político más poderoso de la historia del país. Antes de la aprobación de esta medida por la Asamblea Nacional Popular, a propuesta del Partido Comunista, Xi debería haber dejado el poder en 2023. Ahora podrá perpetuarse como líder cuanto quiera. El Parlamento eligió como vicepresidente, y con la misma unanimidad que a Xi, a su estrecho aliado Wang Qishan, que encabezará la lucha contra la corrupción y las relaciones con EE UU.