Donald Trump lanzó ayer su primer ataque directo contra el fiscal especial Robert Mueller y el equipo que investiga la trama rusa, a quienes lleva meses intentando desprestigiar de forma soterrada, y acusó al grupo de investigadores de estar copado por "curtidos demócratas, algunos simpatizantes de la corrupta Hillary, y cero republicanos". "¿Alguien piensa que esto es justo? ¡Y sin embargo, no hay colusión!", tuiteó el presidente de EE UU negando una vez más la connivencia entre su equipo de campaña y el Gobierno ruso.

El presidente también dirigió sus dardos contra el exsubdirector del FBI Andrew McCabe, despedido a última hora del viernes -dos días antes de lo acordado cuando dimitió de su puesto en enero- para impedirle obtener su pensión completa tras 20 años de servicio. "Andrew McCabe, despedido. Un gran día para los hombres y mujeres que trabajan en el FBI, un gran día para la democracia". El abogado de Trump, John Dowd, no dudó en agregar su esperanza de que ahora el Departamento de Justicia archivará la investigación de la trama rusa.

McCabe atribuyó su despido antes de tiempo a una represalia del magnate. Trump estaría vengándose de él porque, en su día, corroboró la afirmación del exdirector del FBI James Comey, despedido hace un año, de que el Presidente le presionó para que liquidara la investigación.

Comey y McCabe son, pues, los dos pilares sobre los que Mueller podría construir una acusación de obstrucción a la justicia contra Trump, que hasta ahora se había abstenido de atacar directamente al fiscal especial. Mueller, que gozó de enorme prestigio, fue director del FBI con George W. Bush y conservó el puesto con Barack Obama hasta 2013.