El sospechoso de la cadena de atentados que desde principios de mes tenía en vilo a la ciudad texana de Austin murió ayer en un enfrentamiento con la Policía a las afueras de la localidad. Según fuentes oficiales, el presunto terrorista, un hombre blanco de 24 años, hizo explotar una bomba en su coche cuando se encontraba rodeado por vehículos policiales. Al parecer, la explosión estuvo precedida de un tiroteo.

La Policía atribuye al sospechoso, Mark Anthony Conditt, la autoría de cinco atentados con bombas artesanales que, desde el pasado día dos, causaron dos muertos y cinco heridos. La identificación de Conditt se consiguió revisando grabaciones de las cámaras de seguridad de la empresa de mensajería FedEx, en uno de cuyos centros de distribución hizo explosión el martes un artefacto enviado por el supuesto terrorista. Un segundo artefacto fue localizado en el mismo lugar antes de hacer explosión y su análisis, se presume, facilitó importantes datos a los investigadores que, finalmente, lograron determinar la posición del terrorista a través de su móvil.

Una sexta bomba estalló ayer en Austin, horas después de la muerte del sospechoso, causando heridas a un hombre de unos 30 años. Tras unos momentos iniciales de desconcierto, la Policía estatal de Texas descartó cualquier relación entre esta deflagración y las cinco anteriores.

Según explicó un portavoz de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, el sexto atentado no estuvo causado, a diferencia de los cinco que le precedieron, por un paquete bomba sino por un artefacto incendiario.