La voluntad del presidente Trump de retirar hacia el otoño los entre 2.000 y 4.000 efectivos que EE UU tiene desplegados en Siria no ha decaído tras los ataques con misiles del pasado sábado contra ese país. Washington quiere que, cuando finalicen las últimas operaciones contra el grupo yihadista Estado Islámico (ISIS), su lugar sea ocupado por una fuerza árabe, adelantó ayer "The Wall Street Journal" y confirmó el ministerio de Exteriores saudí.

El diario aseguró que hay negociaciones para que Arabia, Catar y Emiratos Árabes aporten grandes sumas para reconstruir el norte de Siria y envíen tropas al país. El objetivo es impedir un renacer del ISIS y que eventuales espacios vacíos permitan a Irán reforzar su presencia en la región.

Sobre el terreno, los inspectores de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) llegaron a la ciudad de Duma, próxima a la capital, Damasco, que fue escenario del supuesto ataque con armas químicas que, en represalia, desencadenó los bombardeos del pasado sábado. Los inspectores deberían comenzar hoy sus trabajos, aunque tanto EE UU como Francia han expresado su temor a que "pruebas y elementos esenciales" hayan desaparecido ya del lugar.

Militares rusos anunciaron ayer que, en una inspección en Duma, han encontrado un laboratorio y un almacén rebeldes destinados a la fabricación de armas químicas, ya que alojaba bidones de cloro y precursores de gas mostaza.

Un incidente se desencadenó ayer cuando las defensas antiaéreas sirias se dispararon para interceptar supuestos misiles de origen desconocido. EE UU se desmarcó, mientras Israel callaba. Finalmente, Damasco confirmó que era una falsa alarma, probablemente causada, añadió, por un ataque externo a los sistemas informáticos que controlan las defensas.