El presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, enseñó ayer su primer caramelo ante la cumbre que el próximo viernes le reunirá con su homólogo de Corea del Sur, Moon Jae-in, en la zona desmilitarizada que separa ambos países. Kim, que a principios de junio se verá con el presidente de EE UU, Donald Trump, anunció la suspensión de sus ensayos nucleares y pruebas de misiles intercontinentales ayer mismo. También adelantó el cierre de la planta de investigación nuclear de Punggye-ri, que los servicios de inteligencia occidentales consideran inservible.

En todo caso, el líder norcoreano no dio a entender de ninguna manera que vaya a desmantelar sus arsenales y sí explicitó que la suspensión de ensayos se deriva del nivel alcanzado por la tecnología norcoreana, que los vuelve innecesarios. Se estima que, aunque tuviese intención de hacer un desmantelamiento, será una carta que se reserve para las cumbres o para posteriores negociaciones.

Corea del Norte no ha hecho ninguna prueba balística desde el pasado 29 de noviembre y su último ensayo nuclear se remonta al 3 de septiembre de 2017, cuando aseguró haber probado con éxito una bomba de hidrógeno de una potencia 16 veces superior al artefacto lanzado sobre Hiroshima.

El anuncio de ayer de Kim culmina la estrategia de seducción iniciada con su conciliador mensaje de Año Nuevo, que desembocó en la participación de una delegación norcoreana en los Juegos Olímpicos de Invierno de Corea del Sur y en el acuerdo para celebrar las dos cumbres citadas. Hace dos semanas, el director de la CIA y futuro secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo, viajó a Pyongyang para entrevistarse con Kim, quien, por su parte, se desplazó a Pekín a finales de marzo, en su primera salida del país desde su llegada al poder en 2012.

La suspensión de los ensayos norcoreanos ha sido celebrada por EE UU, Corea del Sur y China. Trump la calificó de "muy buena noticia" en un tuit en el que escribió: "¡Gran avance! Tengo prisa por participar en nuestra cumbre". Seúl vio en la decisión un "avance significativo" hacia "la desnuclearización de la península coreana". Precisamente, el presidente surcoreano adelantó esta semana que Kim está dispuesto a acometerla sin pedir a cambio la salida de los 28.500 soldados estadounidenses desplegados en el Sur. La reacción china también fue positiva. Pekín cree que la medida "ayudará a promover el proceso de desnuclearización y a tratar de encontrar un acuerdo político" entre las dos Coreas. La nota cautelosa la puso Japón, cuyo primer ministro, Shinzo Abe, resaltó que "lo importante es saber si esta decisión llevará a un abandono completo, verificable e irreversible del programa nuclear y de misiles".