El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, descartó ayer que el atropello masivo del lunes en Toronto, la capital económica del país, tenga carácter terrorista, aunque los arrollamientos masivos son una extendida modalidad de atentado yihadista. Este tipo de ataques ha generado, sin embargo, un modelo imitado en diversas ocasiones por desequilibrados sin vínculos yihadistas.

El atropello, cuyo autor fue detenido tras darse a la fuga, ha costado la vida a diez personas y heridas a otras 15, de las que cuatro se encontraban ayer en estado crítico. La identidad de las víctimas de la mayor masacre en Canadá en décadas no había sido facilitada hasta anoche, aunque se sabe que dos de ellas son surcoreanas.

El conductor de la furgoneta, Alek Minassian, de 25 años y origen armenio, fue llevado ayer mismo ante el juez, que le imputó diez asesinatos premeditados y trece en grado de tentativa, dos menos que el número de heridos. Esta reducción no fue explicada por la fiscalía canadiense.

La Policía de Toronto señaló que Minassian no era conocido por las fuerzas de seguridad. Su detención fue obra de un agente, Ken Lam. que logró reducirlo sin disparar, gracias a la sangre fría que desplegó al ordenar una y otra vez al sospechoso que se echase al suelo, pese a los gestos amenazadores que este le prodigaba y a las continuas peticiones que hacía al agente para que le disparase y le matase.

Según la madre del atacante, el joven padece síndrome de Asperger y estaba a punto de perder su acceso a un programa de ayuda para personas con discapacidades cognitivas. Un conocido de Minassian aseguró que es probable que padezca una "discapacidad significativa social o mental", y que tiene problemas para comunicarse y constantes tics de tipo nervioso.