Los líderes de la UE celebraron ayer en Sofía, la capital búlgara, una cumbre informal en la que cerraron filas contra las "impredecibles" decisiones del presidente de EE UU, Donald Trump, tanto en el ámbito comercial como en el de las sanciones con las que amenaza a las empresas europeas tras abandonar la pasada semana el tratado nuclear con Irán. El encuentro había sido previsto para reforzar las relaciones con los países de los Balcanes, y al mismo no asistió el presidente Rajoy, ya que España no reconoce la independencia de Kosovo, presente en la cita.

La cita fue pródiga en declaraciones fuertes contra Trump, como las del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, quien proclamó: "Puedo coincidir con Trump en que la impredictibilidad sea una herramienta poderosa en política, pero no con los aliados". El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, añadió que la UE puede trabajar y negociar con EE UU, pero no "con la espada de Damocles" sobre la cabeza.

Sin embargo, la clave operativa de la unidad contra Trump estuvo, el miércoles por la noche, en una cena donde los líderes europeos acordaron blindarse desde hoy, viernes, contra eventuales sanciones de EE UU a empresas que mantengan sus lazos económicos con Irán. El instrumento para el blindaje será el reglamento aprobado en 1996 para eludir la ley Helms-Burton, que preveía sanciones para las empresas que negociasen con Cuba.

El reglamento evita a firmas y tribunales europeos tener que someterse a las leyes sancionadoras adoptadas por terceros países, y estipula que las decisiones de tribunales extranjeros basadas en esas leyes no tienen efecto alguno en la UE. Su eficacia no se llegó a comprobar, ya que en 1997 se logró un entendimiento con EE UU por el que la UE renunciaba a llevar el caso ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) a cambio de que EE UU dejara fuera del alcance de sus sanciones a las empresas europeas.

Pese al respaldo legal adelantado por la UE, numerosas empresas europeas se muestran más reticentes a mantener su actividad en Irán, pese a haber hecho grandes inversiones, como es el caso de la francesa Total. El gigante petrolero anunció ayer que no terminará un gran proyecto gasístico iniciado en julio de 2017, si EE UU no la exime de sanciones. La salida de Irán del armador de barcos petroleros danés Maersk Tankers hace temer que la medida sea imitiada por otras corporaciones.

Mientras, China -en guerra comercial con EE UU- y Rusia -que siempre hizo caso omiso de las sanciones- se aprestan a ocupar los huecos que deje Europa. Como primer paso, Irán firmó ayer un acuerdo de libre comercio, válido por tres años, con la Unión Económica Euroasiática, el espacio común impulsado por Rusia con Armenia, Bielorrusia, Kazajistán y Kirguizia.