EE UU anuló a principios de esta semana un ejercicio militar aéreo sobre Corea del Sur, a instancias de este último país, para no comprometer la cumbre del 12 de junio en Singapur entre los presidentes Kim Jong-un y Donald Trump. En el ejercicio debían participar bombarderos estadounidenses B-52 y aviones de guerra surcoreanos, además de aeronaves niponas, según divulgó ayer el diario "The Wall Street Journal".

La medida no logró impedir, sin embargo, el deterioro, cuando menos retórico, del entendimiento alcanzado en los últimos meses entre las partes. El miércoles, Pyongyang anuló una reunión de alto nivel con funcionarios del Sur y puso en entredicho la celebración de la cumbre de Singapur. El jueves, añadió que no tiene intención de renunciar al arma atómica de modo unilateral.

Desde el miércoles, Trump parece dar señales de tomarse en serio la amenaza norcoreana, ya que del frío "ya veremos qué pasa" pronunciado ese día pasó el jueves a asegurar que, en contra de lo anunciado por uno de sus colaboradores más radicales, no tiene intención de aniquilar a Corea, como se hizo con Libia. Eso sí, precisó que sólo habría aniquilación si no se alcanza un acuerdo y, por el contrario, garantizó "protecciones muy fuertes" si hay pacto.

Pyongyang, entre tanto, mantiene su dureza y, a cinco días de que se inicie el prometido desmantelamiento de la instalación nuclear de Pyungge Ri, sigue sin conceder acreditaciones a la prensa surcoreana e incluso ha cerrado los canales que le permitirían saber qué periodistas desean ser acreditados.