Unos 20 millones de venezolanos están llamados hoy a unas elecciones presidenciales en las que el actual jefe de Estado, el chavista Nicolás Maduro, busca su segundo mandato sin rivales de entidad, ante el boicot de la oposición. Con todas las miradas puestas en el nivel que alcance la abstención, y con buena parte de la comunidad internacional dispuesta a no reconocer el resultado de los comicios, el objetivo de Maduro es lograr una contundente victoria para intentar cerrar la crisis política. Sin embargo, las crisis económica y humanitaria, con miles de personas abandonando cada día el país, tiene visos de ser aún más coriácea.

La mayoría de las encuestas sugieren que al menos la mitad de la población no participará en el proceso de hoy, es decir, que Maduro tendrá previsiblemente el respaldo de una cuarta parte de la población.

Paradójicamente las elecciones de hoy eran el clamor de los opositores hace dos años, cuando promovieron formalmente y con protestas callejeras la celebración adelantada de las presidenciales y, tras recoger millones de apoyos, las autoridades denegaron el adelanto electoral por considerarlo "improcedente".

Dos años después de esa iniciativa, que fue el génesis de las mayores y más sangrientas protestas que ha vivido el país en los últimos años, las autoridades del Consejo Nacional Electoral -controlado por próximos al oficialismo- decidieron adelantar las presidenciales seis meses, pero esta vez los opositores optaron por no participar.

La diferencia entre el momento en que los opositores pedían a gritos medirse en las urnas y el actual, cuando reclaman, entre otras cosas, que se pospongan seis meses más, es que el músculo antichavista está prácticamente anulado.

Los principales líderes de la alianza Mesa de la Unidad Democrática (MUD) que podían aspirar a la Presidencia con auténticas posibilidades de ganar están inhabilitados, como es el caso de Henrique Capriles, o cumpliendo penas por delitos contra el Gobierno, como el preso Leopoldo López, favorito en la mayoría de los sondeos de opinión.

Súmense para entender la debacle opositora diversas argucias que llevaron a algunos de los más importantes partidos opositores a ser ilegalizados y la investigación a la coalición de partidos MUD por supuestas irregularidades en aquella solicitud de referendo presidencial que promovían en 2016. En esas circunstancias, la veintena de partidos opositores que forman la MUD han recompuesto fuerzas en los últimos días con un único objetivo: rechazar las elecciones presidenciales como una farsa sin garantías.