Oviedo, M. J. IGLESIAS

La patata, quizás el alimento que más se consume en el mundo, es originario de la cordillera de los Andes, en Perú, pero desde hace siglos está plenamente adaptado a las tierras de Asturias. Basta pensar en la innumerable cantidad de platos de la gastronomía regional que la tienen como ingrediente, entre ellos el pote de berzas, típico del Occidente. Precisamente es en esas tierras donde el cultivo de la patata se encuentra más asentado. La última estadística de la Consejería de Medio Ambiente y Desarrollo Rural indica que en la región se extiende una superficie total de cultivo de 2.700 hectáreas. El 80 por ciento corresponde a los concejos occidentales de Valdés, Navia, Coaña, El Franco y Grandas de Salime.

El arraigo de la patata en la región ha llevado, incluso, a buscar una marca de calidad europea que avale, en principio, la patata cultivada en Grandas de Salime. La razón que esgrime el Principado es que en la zona se mantiene un sistema tradicional de plantación y recolección.

Si algo une a todas las patatas que se recogen en Asturias es que proceden de tierras de secano, sin sistemas de riego implantados. La producción registrada el año pasado sumó 70.000 toneladas, que alcanzan las 120.000 si se cuenta la patata destinada a autoconsumo. El rendimiento medio se sitúa en 22 toneladas métricas por hectárea. Las plantaciones asturianas siguen la tónica habitual del resto de cultivos y tienen un tamaño modesto. La excepción a la regla es una plantación de Navia, con 8,5 hectáreas dedicadas a la producción de patata.

Las variedades más comunes en Asturias son la jaerla, la baraka, o la arran banner, que se está empezando a introducir en el sector. Una de las más populares es la kennebec, muy utilizada de la zona de Grandas.

El sector envasador mayorista está representado por 15 empresas que centran su actividad en el mercado local. La distribución suele realizarse a través de los canales habituales, con acuerdos entre distribuidoras y plantas de envasado. La producción de la patata en Asturias tiene su origen en la casería tradicional. Al principio se introdujo en los municipios costeros occidentales, pero su cultivo cayó con la especialización en vacuno de leche.

Si la marca de calidad asturiana sale adelante será la tercera de España. Existen dos indicaciones geográficas protegidas (IGP): Patatas de Prades, en Tarragona, y Patatas de Galicia. En ambos casos, la variedad es la kennebec.