Oviedo, M. J. IGLESIAS

El negocio del sector cárnico, la segunda gran locomotora económica del campo asturiano, tras las explotaciones lácteas, sufre el rigor de la competencia extranjera. Las importaciones de carne y derivados que realiza Asturias casi triplican ya las exportaciones regionales. Así lo reflejan los datos del Instituto de Desarrollo Económico de Asturias, que constatan en 2008 el fuerte crecimiento de una tendencia iniciada a finales del siglo XX.

Las adquisiciones de reses y productos a otras regiones y países sumaron más de 22 millones de euros durante el año 2008. Las exportaciones alcanzaron, en cambio, un valor de 9,4 millones. A la vista del informe elaborado por el IDEPA, el gran abastecedor del Principado es Alemania, que llena el mercado con sus productos elaborados. La siguen Dinamarca, Países Bajos, Italia, China, Brasil, Argentina, Uruguay, Francia y Polonia. Los destinos de las exportaciones están encabezados por Francia. Tras ella: Portugal, Alemania, Cuba, Países Bajos, Bélgica, Reino Unido, Suiza, República Dominicana y Japón.

La gran baza de las empresas asturianas para competir en los mercados exteriores son los embutidos, con producción centralizada en Noreña y Tineo, jamones, chosco y productos elaborados como los callos. La producción regional de carne tiene como pilar el vacuno de la raza asturiana de los valles, que es el origen de la Indicación Geográfica Protegida «Ternera Asturiana». Los sacrificios de vacuno en la región vienen registrando una fuerte caída desde el año 2005, y todo pese al retroceso de precios.

La bajada del consumo constatada en los últimos meses es uno de los problemas a los que se enfrentan ganaderos e industriales. Abrir cauces de comercialización y adaptarse a los nuevos hábitos de consumo son cuestiones imprescindibles para que el sector, con más de 400.000 vacas y 10.000 ganaderos, pueda sobrevivir. Asturias y Galicia son las dos únicas comunidades en las que buena parte de la producción de carne de vacuno se realiza de forma tradicional: los terneros permanecen junto a las vacas hasta el sacrificio. La base de su alimentación es la leche complementada con forrajes y cereales. Estas explotaciones están muy ligadas a la tierra.