Oviedo,

María José IGLESIAS

El sector agrario regional, con 15.000 cotizantes a la Seguridad Social y 10.000 ganaderías, se enfrenta a un año duro y crucial. Con la crisis de precios lácteos aún sin resolver y una reforma de la Política Agraria Comunitaria (PAC) con el año 2020 en el horizonte, el campo asturiano se encuentra en la disyuntiva de reducir costes de producción para conseguir explotaciones competitivas y aumentar la rentabilidad. La búsqueda de esa rentabilidad deberá de combinarse con la aplicación de una filosofía de desarrollo sostenible al medio rural. Como telón de fondo figura la Presidencia española de la Unión Europea (UE). Serán seis meses en los que la ministra Elena Espinosa se ha comprometido a sacar adelante propuestas para que el campo tenga futuro. Los frentes «rurales» para los próximos meses son los siguientes.

l La repercusión de la nueva Política Agraria Comunitaria. La nueva PAC que debe definirse para el horizonte 2020 será la primera de las reformas que se aprueben por codecisión entre el Consejo de la Unión Europea y el Parlamento. Implica nuevas formas de negociación. Los parlamentarios europeos de la región Salvador Garriga (PP), Antonio Masip y María Muñiz de Urquiza (PSOE) pueden jugar un papel importante en la defensa de los intereses agrarios de Asturias.

l Cambio en la financiación de las ayudas. El gran debate estará en su futuro. El peligro no se encuentra tanto la pérdida de fondos como en el cambio en las fuentes de financiación. El Ministerio ha dejado clara una postura que comparte el consejero de Medio Rural, Aurelio Martín: los fondos deben mantenerse, pero la PAC debería ser financiada íntegramente por fondos comunitarios, como hasta ahora. El riesgo de una cofinanciación obligatoria nacional existe. En ese caso, las arcas asturianas también pueden verse afectadas.

l La nueva subvención básica común. En medio de la enmarañada madeja de la negociación europea surge el nuevo concepto de la «ayuda básica común». Serán subvenciones para territorios con dificultades naturales. Puede dar oxígeno al sector agrario. Las ayudas incluirían las destinadas a los sectores y explotaciones con mayores dificultades. Los sectores de carne y leche están entre los candidatos a recibir las nuevas ayudas.

l Consolidar las marcas de calidad y exportarlas. Los alimentos asturianos con marca de calidad reconocida por la Unión Europea son actualmente los quesos cabrales, gamonedo, casín, afuega'l pitu, la sidra, el Vino de Cangas, la ternera asturiana, el chosco de Tineo y la faba. El balance global del año no ha sido malo, pero la incertidumbre se cierne ante los próximos meses. Las campañas de promoción ligan los alimentos asturianos a calidad y tradición. La cuestión es conseguir que el mensaje llegue a consumidores de toda España.

l Competir en un mercado complejo. La competencia es especialmente dura en el caso de la ternera -con otras marcas españolas, como la gallega, pisándole los talones- y del Vino de Cangas, que deben luchar en un mercado plagado de denominaciones de origen. Las perspectivas son algo mejores en el caso de la sidra -la única que hay en toda Europa protegida con una marca de calidad- y el chosco, embutido que únicamente se elabora en Asturias.

l Frenar el despoblamiento. Los planes de desarrollo rural tienen ante sí el reto de atraer pobladores a los núcleos rurales. La caída de rentabilidad de la ganadería y la agricultura debe compensarse con otras actividades. El plan de desarrollo rural para Asturias, dotado con 700 millones de euros, tiene como objetivo diversificar la actividad en el campo de la región, objetivo irrenunciable.

l Aumentar el porcentaje de producción ecológica. Los datos van mejorando, pero Asturias aún se encuentra en el vagón de cola de España en lo que respecta a producción ecológica. La buena marcha de la producción de carne contrasta con la falta de empuje de la leche, con apenas una decena de ganaderías certificadas.

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