En estos últimos días aparecen en los medios de comunicación asturianos multitud de noticias sobre la industria láctea española, debido básicamente a la venta de Puleva Food por parte del grupo Ebro-Puleva.

Esta operación ha colocado en los medios de comunicación los resultados económicos que a lo largo de 2009 presentaron no sólo Puleva como era de suponer, sino también de otras empresas del sector. A la vista de dichos resultados es necesario reflexionar sobre el papel que la industria láctea española está jugando en un momento tan determinante como el actual.

En el Foro de debate sobre el futuro del medio rural asturiano que el RIDEA ha desarrollado y, más concretamente, en el ciclo sobre el sector lácteo, en la ponencia realizada por Benigno Fernández Fano se puso en evidencia que en el año 2009 los ganaderos asturianos entregaron a las industrias lácteas 531.846 toneladas de leche, la cifra más reducida desde que existen datos oficiales de entregas. Constatándose, además, que ese no es un hecho puntual, sino un eslabón más de una tendencia, desde el año 2004, de continuada disminución de la leche producida en Asturias. Estos datos explican por sí solos la grave crisis en la que el sector productor de leche está inmerso. Para el ponente eran muchas las razones de esta caída de la producción, pero en mi opinión, hay una que es más determinante que las demás: el precio de la leche, condicionado por un planteamiento de la industria absolutamente especulativo basado en una posición de dominio (que me atrevo a calificar de oligopolio de demanda) que imposibilita cualquier posibilidad de relación contractual basada en el principio de igualdad entre partes, entre el sector productor y la industria transformadora.

Puleva Food presentó un resultado bruto de explotación (EBITDA) de 67 millones de euros que se transformó en un resultado operativo de 49,7 millones de euros. Si la cantidad de leche transformada por esta industria se sitúa en torno a lo 520 millones de litros, una simple división entre el resultado bruto de explotación y los litros transformados permite concluir que por cada litro de leche recogido esa empresa obtiene un margen bruto de 0,128 euros.

El simple análisis de estos datos pone en evidencia lo que está ocurriendo en el sector: en un año de beneficios extraordinarios para la industria láctea los ganaderos, en general, se ven abocados en muchos casos al cierre de sus explotaciones por no ser rentables debido al precio percibido por la leche producida, y digo en general porque lo que ocurre con CLAS y su política de mantenimiento del precio de la leche a los ganaderos es una excepción en la dinámica general de la industria.

Esta situación no es excepcional, es la forma tradicional de comportamiento de la industria láctea española: no importa lo que ocurra con los ganaderos sólo importan sus resultados a corto plazo y de no adoptarse medidas con carácter de urgencia mucho me temo que en muy corto período de tiempo nuestra industria ya no tendrá ganaderos a los que comprar leche.

Ante esta ya tradicional cuestión, que denominé como de oligopolio de demanda, el MARM, al frente del cual está o mejor dicho debería estar Elena de Espinosa -y planteo esto ya que parece que la Ministra está más preocupada de otras cuestiones que de las estrictamente agrarias, con lo que existe un vacío real de poder- permite a nuestros industriales seguir con la política de tierra quemada para los ganaderos de leche. Mientras que ellos declaran beneficios récord año tras año, una medida lógica que en su momento puso ese Ministerio en marcha, los denominados contratos homologados, como marco de interrelación entre ganaderos e industriales, son hoy poco más que papel mojado, amortizados completamente aún antes de nacer.

Y esto es debido a que el Ministerio sigue inmerso en la vieja dinámica de mirar para el otro lado, renunciando a su auténtico papel de intermediación al no poner en marcha todos los mecanismos existentes que permitirían establecer una más lógica y, sobre todo, más justa relación entre las diferentes partes que conforman el sector lácteo español.