La sidra acogida a la denominación de origen, en sus tres variedades, se comercializa bajo 28 marcas. En la clase natural tradicional, están a la venta Zythos, del Llagar Herminio; Zapica, de Sidra Buznego; Villacubera, de Sidra Cortina-Coro; Val d'Ornón, de Sidra Menéndez; Val de Boides, de Llagar Castañón; Prau Monga, de Sidra Angelón; Molín del Medio, de Sidra Tomás; Ramos del Valle, de Sidra Fran; Novalín, de Sidra Orizón; Llosa Serantes, de María del Carmen Trabanco; Llaneza, de Llaneza Martínez; Escalada, de Asturvisa; El Carrascu, de Sidra Acebal; Baragaño, de Montequín Laiz; El Santu, de Sidra Canal, y L'Ynfanzón, de Sidra J. R. En cuanto a la especialidad de nueva expresión, están ahora en el mercado Zhytos, de Llagar Herminio; Zapica, de Sidra Buznego; Villacubera, de Sidra Cortina-Coro; Valdediós, de Manuel Busto; Escalada, de Asturvisa; Tareco, de José Luis García Meana, Valle, Ballina y Fernández, de la casa homónima, y Españar, de Martínez Sopeña Hermanos; mientras que en el tipo espumoso se vende Urriellu, de Industrial Zarracina; Valle, Ballina y Fernández; Poma Áurea, de Sidra Trabanco, y Prau Monga, de Sidra Angelón.

La sidra natural tradicional acogida a la denominación es un producto que no está filtrado y que se elabora con una mezcla adecuada de las 22 variedades de manzana, que permita un equilibrio entre las variedades ácidas, amargas y dulces. Por su lado, la sidra natural de nueva expresión, que es la que se enfoca más al consumo en restaurantes, sí que pasa por filtros. Por lo general, se usan para su elaboración las variedades regona, raxao, durona de Tresali, teórica y de la Riega, resultando una bebida de color amarillo alimonado, con tonalidades verdosas y reflejos dorados, que, en la boca, destaca por su frescura y ligereza, con sensación de acidez y persistencia ácido-armagosa. Finalmente, la sidra espumosa se caracteriza por la recuperación del gas carbónico de la fermentación, presenta un color pálido amarillento, con burbuja y un sabor seco, pero de gran frescura.