La Fundación Alimerka, que dirige el psicólogo y sociólogo Antonio Blanco, ha puesto en marcha la I Edición de los premios denominados «Luis Noé Fernández», en honor al fundador del grupo alimentario asturiano, fallecido en diciembre de 2008 a los 53 años. Los galardones están destinados, por un lado, a reconocer las mejores intervenciones en el campo de la seguridad alimentaria y la nutrición y, por otro, a distinguir las iniciativas destacables en la distribución de alimentos y la erradicación del hambre. El plazo de presentación de las candidaturas finaliza el próximo 30 de octubre.

-Premiar a los que ayudan a combatir el hambre no parece muy difícil, a priori. ¿Esperan una avalancha de candidaturas?

-Nos gustaría que la gente secundase nuestra convocatoria. Hemos puesto mucha ilusión en los premios. Tienen un simbolismo especial, porque al fundador de la empresa le hubiese encantado la idea.

-Parece que está de moda convocar galardones. ¿En qué son diferentes los suyos?

-Nosotros queremos responder a la paradoja que plantea la alimentación en la sociedad contemporánea. Por un lado, vamos a reconocer iniciativas que contribuyen a mejorar los hábitos alimentarios y la nutrición y, por otro, premiaremos experiencias puestas en marcha para la eliminación del hambre y la distribución de comida con el objetivo de satisfacer las necesidades de alimentación entre grupos de personas desfavorecidas. Esa perspectiva nos permitirá reconocer actuaciones que se desarrollan tanto en el ámbito nutricional como en el social, fomentado la reflexión sobre el papel de los alimentos en la sociedad y en la cultura contemporánea.

-¿Existe una sociología de la alimentación?

-Por supuesto. Comer es también una forma de relacionarse. Muchos hábitos van ligados a la comida. El modo de alimentarse es cultura y en muchas ocasiones define a un grupo social.

-Colaboran en iniciativas para ayudar a combatir el hambre. ¿Han notado un aumento de peticiones en los últimos meses?

-Precisamente uno de los motivos que animaron a Luis Noé Fernández a crear la fundación fue la cantidad de peticiones de alimentos que llegaban, y llegan, a la empresa. En 2009 dimos excedentes por importe de 169.000 euros, una cifra que nos parece relevante.

-¿Las peticiones aumentan?

-En lo que va de año llevamos ya a 180.000 euros de importe en donaciones realizadas. Además, hemos duplicado las entregas directas de alimentos a las diferentes entidades que hacen de intermediarias con lo que podríamos llamar «nuevos pobres».

-¿La sociedad afronta una nueva forma de relacionarse con la comida?

-Detectamos nuevos hábitos de consumo y formas diferentes de comprar. A la gente cada vez le preocupa más alimentarse de forma saludable. A la vez, nos parece muy importante organizar talleres educativos para niños y adolescentes, a fin de que aprendan a distinguir las características de los productos. Es necesario que se acostumbren a tomar frutas y verduras desde los primeros años. De ese modo evitarán muchos problemas de salud en el futuro.

-En general, ¿en Asturias se come de forma correcta?

-Notamos que los hábitos van mejorando. Se ingieren menos grasas. Aunque hay diferencias por zonas. De forma paralela, también se pierde la costumbre de elaborar platos tradicionales. La gente no cocina como antes porque con el ritmo de vida actual apenas queda tiempo. Una de las misiones de las empresas de alimentación es ofrecer a los consumidores alternativas que sean nutritivas.

-¿El ciudadano puede estar seguro de que todo lo que lleva en la cesta de la compra ha pasado exhaustivos controles de calidad?

-Desde luego. Todas las empresas de alimentación deben cumplir una rigurosa normativa. Desde la crisis de las «vacas locas» la vigilancia se lleva al límite. Cada vez son más los alimentos que detallan en sus etiquetas el lugar de origen y el proceso que han pasado hasta llegar a los estantes de los supermercados.

-¿Cómo será la alimentación en el futuro?

-El consumo no queda fuera del proceso de cambio social que afrontamos. No me refiero solamente a la crisis económica. Los inmigrantes introducen nuevos productos. La comida se hace multicultural.

-La pasada semana presentaron un robot que ayuda a hacer la compra y ofrece información sobre los productos. ¿Es necesario llegar a esos extremos?

-La iniciativa ayudará a mucha gente. Las tecnologías se aplican en todos los ámbitos y el sector alimentario no puede quedar fuera.