Oviedo, M. J. IGLESIAS

Asturias cuenta con 25 tipos diferentes de suelo agrícola, lo que la convierte en la región que dispone con los tipos de tierra más variados de la cornisa cantábrica, según los profesores de la Universidad Autónoma de Madrid José Gumuzzio y Manuel Rodríguez Rastrero. Ambos encabezan el equipo que ha realizado un estudio sobre los recursos agroecológicos del Principado, presentado el pasado martes.

Una de las peculiaridades de los terrenos agrarios de la región es que aparecen combinados entre sí en diferentes zonas. Como característica general, los autores del informe recalcan que en el Occidente predominan los suelos con mayor concentración de materia orgánica y, por tanto, mayor acidez, lo que los convierte en idóneos para sembrar maíz y pastos, mientras que en el Oriente lo son menos ácidos y más adecuados para cultivos como el manzano y los frutales.

De hecho, el tipo de tierras en las distintas áreas de la región también ha condicionado la clase de cultivos que se ha desarrollado a través de los años. No es casual que las plantaciones de maíz y fabas se concentren en la rasa costera occidental y en el centro.

Los expertos indican que los manzanos se han implantado especialmente en las comarcas orientales, por sus peculiaridades.

Para realizar el estudio se tomaron muestras de tierra en 1.300 puntos. Los expertos recalcan que actividad ganadera tropieza con las dificultades que se derivan de las fuertes pendientes de la mayor parte del suelo agrario y de las dificultades de acceso y de comunicación. Esas mismas dificultades, que impiden la agricultura intensiva y las labores convencionales en la mayor parte del territorio, han conducido a la especialización ganadera y a un modelo productivo basado en el aprovechamiento de los forrajes, que es muy positivo para el medio ambiente. Aunque en la región existen extensas zonas de vegas, en su mayor parte desaprovechadas, la mayoría de las explotaciones asturianas desarrollan una actividad económica en un territorio montañoso y difícil. Aunque las características ortográficas han marcado el desarrollo agrario, los expertos consideran que se pueden mejorar las condiciones.