Oviedo, M. J. IGLESIAS

Asturias es la región sidrera por excelencia, pero las pomaradas pierden fuelle cada año. En el Principado, donde según el estudio cartográfico presentado en junio de 2010 quedan unas 10.000 hectáreas en producción -en las que se incluye manzana de sidra y de mesa-, se pierden cada año 200 hectáreas, mientras que solamente se plantan unas sesenta.

Las cifras preocupan al presidente de la Asociación de Lagareros, José María Osoro, quien reclama para el sector un plan de recuperación de plantaciones que permita frenar la pérdida de recolección que se registra cada año.

Osoro indica que la recuperación de las plantaciones debe realzarse a partir de los datos que ofrece el censo, que incluye la distribución de las plantaciones de manzano utilizando las últimas fuentes cartográficas disponibles. A su juicio, el inventario, realizado por el Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio del la Universidad de Oviedo (Indurot), que dirige Miguel Ángel Álvarez, permite analizar en detalle datos sobre la distribución en superficie de las plantaciones de manzano para diferentes ámbitos geográficos, físicos, administrativos y de gestión.

Villaviciosa es el municipio asturiano donde se concentra el mayor número de pomaradas de Asturias. Los expertos reconocen que el estado de las plantaciones tradicionales es, en general, malo y contrasta con el de las más recientes, en las que los árboles se tratan con podas en eje vertical y aclareos, que, según las modernas teorías de cultivo, son más productivas.

La «sangría» de manzanos en los últimos años ha sido llamativa en concejos como Gijón o la rasa costera oriental de Colunga y Caravia, donde la construcción de urbanizaciones y segundas viviendas ha restado terreno a los cultivos agrarios. Un caso similar es el de Siero, donde la implantación de polígonos industriales y nuevas residencias ha desplazado a las pomaradas.

Los lagareros consideran que falta una política institucional clara de apoyo a los manzanos. Una de las medidas que piden para potenciar las plantaciones estriba en poner a disposición de los cosecheros suelo público y privado con alquileres de larga duración. «Porque en Asturias quedan muchos terrenos ociosos que requieren un uso», señala Osoro. Pone como ejemplo las tierras de ribera, en las que no se puede construir por ser áreas inundables y que resultan extraordinariamente fértiles.

Otra de las reclamaciones que figuran en la lista de los productores de manzana es la concesión de créditos blandos, por parte de las entidades financieras asturianas, para facilitar las inversiones que requiere poner una finca de manzanos en producción. Además, los lagareros estiman necesario que se paguen los daños que provocan las especies cinegéticas. «Algo que tendrían que resolver las compañías aseguradoras de los cotos de caza», según Osoro.

A ello se unen en el área central plagas como las del topo que provocan notables daños. Además, los lagareros ven absolutamente necesario fomentar el seguro agrícola para el manzano de sidra y adecuarlo más a las especificidades del producto, con pólizas más ajustadas a las contingencias que sufren las cosechas de manzana, la mayoría determinadas por la climatología.