El queso de Genestoso tiene una justa fama de ser especial. Está hecho con leche de vaca, pero a su favor juegan dos hechos que lo hacen único: la altitud del pueblo de Genestoso, en Cangas del Narcea, a 1.200 metros, y las «pleitas» en las que se envuelve el producto durante su curación, lo que le concede unas características estrías. Pero este queso, de textura cremosa y un sabor muy particular que según los expertos es una de las joyas gastronómicas de Asturias, es hoy un producto al que sólo pueden llegar unos pocos paladares.

Sólo una casa del pueblo de Genestoso, Casa Ignacio, sigue con la tradicional producción de su queso. Es Paloma López García la que se encarga de seguir con la tradición familiar. «Seguimos haciéndolo como se hacía antes, de forma artesanal. Eso hace que tengamos poca producción y lo hacemos casi para los turistas, para alguna persona fija a la que le gusta mucho y para nosotros mismos», explica la productora. Paloma López lamenta que no haya más productores, pero, explica, «da mucho trabajo. Es muy diferente tener vacas de carne, que entre abril y noviembre pueden estar en las brañas y dan poco trabajo, que tener que ir todos los días al prado con ellas, ordeñarlas...».

Hace no tanto tiempo todas las casas del pueblo elaboraban queso, pero el cambio de estilo de vida también acabó con el producto. «La gente fue dejando de trabajar el campo. En su día era casi por supervivencia y hoy la gente mayor de las casas piensa que hacer queso es de pobres, de cuando era necesario ese plus económico para sobrevivir», dice esta productora. Paloma López defiende la recuperación de este queso, pero apunta que para ello «se necesitaría un impulso desde las administraciones públicas. No hago esto por dinero, aunque siempre viene bien un extra. Lo hago porque me gusta y no quiero que se pierda un sabor tan valioso».