«El campo yo lo veo como una inversión de futuro. En vez de permitir tanta marcha de la gente a las ciudades habría que apoyar el regreso de la gente al pueblo pero no como una ocupación salvaje, sino con ideas claras y un apoyo de las instituciones. Yo creo que lo rural es una apuesta de futuro. Los poderes públicos, en vez de seguir sin hacer nada mientras en muchos pueblos las casas se están cayendo, tendrían que facilitar el acceso a quien las necesita», afirma Guillermo Lago Lourido, pintor, escultor y restaurador gallego que el amor trajo al Principado y con quien definitivamente se quedó: su mujer Lucía Vega Fuentes, hoy maestra en Torazo. Son padres de dos niñas.

«En 1997 vine a una fiesta al Remedio y conocí a la que hoy es mi mujer. En 2005 nos casamos en Gijón y luego llegaron las niñas. Yo había estudiado varias cosas, entre ellas restauración en Pontevedra por Arqueología. Luego saqué una plaza y trabajé de funcionario varios años en un centro de menores en Pontevedra. Pedí primero la excedencia y finalmente tras tomar la decisión de no volver me dediqué de pleno a criar a mis hijas y también a pintar y a esculpir, además de realizar diversos trabajos de restauración. Cuando me vine mi mujer aún no tenía plaza de maestra. La obtuvo hace tres años, en Torazo».

La principal razón de buscar una casa para vivir en un pueblo fueron sus hijas. «Mi trabajo principal fue el cuidado y la educación de las niñas. Siempre nos gustó el campo y queríamos darles una educación más sana, de otra manera, no en la vorágine de la ciudad, eso fue lo que nos hizo asentarnos en Buyeres y tener lo que tenemos ahora, mucha paz, mucha tranquilidad. Estamos retirados pero al mismo tiempo cerca de todo. En la casa trabajamos mucho, hicimos mucha reforma, pero ahora es nuestro hogar y donde queremos estar».

Como para todos, tampoco para ellos es fácil esta etapa de crisis. «Es un momento complicado y aún más para el arte. Cada vez hay menos encargos, es difícil que salga una obra institucional, pero hay que seguir adelante, no queda otra. De todo se aprende y de esta experiencia, también».

Guillermo Lourido cree en el futuro del campo, pero precisa que, en pleno siglo XXI, «lo que no se puede es volver a la ganadería de los abuelos o de los padres, hay que hacer explotaciones modernas. Al campo hay que darle una vuelta de tuerca y sacar de él lo que ahora se demanda en los mercados No sé, tal vez el cultivo de avellana, de frutos del bosque, la agricultura ecológica, cosas así, además de conocer cuales son las mejores vías de distribución. El campo necesita de gente con conocimientos que aporten proyectos realizables. Luego es necesario, también, un impulso por parte de las administraciones».

El pintor y artista gallego vive el presente sin agobiarse: «cuando tengo trabajo de restauración, lo hago, y cuando no, entonces trabajo en lo que más me gusta: la pintura y la escultura, aunque generalmente simultaneo las tres cosas».