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Artesanía con denominación de origen

Los productores asturianos aplauden la propuesta europea de ampliar el ámbito de las indicaciones geográficas protegidas, ya que contribuiría a reactivar el sector

La azabachera Marta Pérez talla una lagartija. MARIOLA MENÉNDEZ

Artesanía con denominación de origen. Ésa es la propuesta que acaba de lanzar la Unión Europea para desarrollar las economías rurales y que aplaude con energía el Principado. Los productores asturianos creen que éste es un paso importante para reactivar un sector, que debido a la crisis económica y a la falta de relevo generacional está en decadencia. Los artesanos creen que toda ayuda que sirva para luchar contra el fraude y generar riqueza y puestos de trabajo en los concejos es "buena". Así lo consideran, por ejemplo, los azabacheros, que viven de la fabricación de este lignito milenario en Villaviciosa. Los profesionales llevan, de hecho, quince años caminando detrás de este objetivo, uno de los que se marcó la asociación "Azabache" desde su fundación.

Con esta medida, el sector espera ahora que la indicación geográfica protegida (IGP) dé un espaldarazo para la reapertura de una mina en Oles. "Va todo en conjunto porque una cosa no tiene sentido sin la otra", destaca el presidente de este colectivo, Pedro Villanueva. Se da la paradoja de que los artesanos llevan tiempo denunciando que no disponen de materia prima, a pesar de que el subsuelo maliayés es rico en esta variedad de carbón. Villanueva destaca que la IGP les beneficiará porque aglutinará a los productores en una marca, dará a conocer más el azabache de Asturias y permitirá su mayor promoción. Además, supondrá una protección frente a otros foráneos o imitaciones.

Lo mismo opina César Villabrille, alcalde de Taramundi, un concejo famoso por sus cuchillos. "Una denominación de origen es fundamental para evitar falsificaciones de nuestro nombre, el cual hay que proteger", explica. Manuel Rodríguez, al frente del taller más famoso de cerámica negra de Cangas del Narcea, el de Llamas de Mouro, piensa que si no se crean marcas de calidad, "la artesanía se muere". "Esto está en declive total, ya tengo que compaginar el oficio con la ganadería", agrega. Por su parte, el estudioso de la malla de Luanco, Ignacio Pando, indica que es "magnífico que por fin se haga algo positivo para el sector". Pando reclama un local donde se venda el producto local y se enseñe a los jóvenes su elaboración.

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