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Un nieto con vocación de continuidad

Félix García Álvarez pertenece a la tercera generación de una familia dedicada al ganado y la carnicería y es socio de un matadero en Belmonte de Miranda

Félix García Álvarez con varios embutidos artesanos en la carnicería familiar de Belmonte. ANA PAZ PAREDES

Félix García Álvarez pertenece a la tercera generación de una familia de ganaderos y carniceros de Belmonte de Miranda, junto con su hermana Andrea. Con 30 años, es un auténtico apasionado de su trabajo y del lugar en el que vive. Sus estudios los realizó en Oviedo y tras finalizar el Bachillerato, y dado que no quería continuar con estudios superiores, optó por incorporarse al negocio familiar en Belmonte. "Cuando terminé de estudiar acababan de hacer la fábrica de embutidos artesanos. Con 20 años me incorporé a trabajar con la familia, me dio la opción de hacerlo y aquí estoy desde entonces", recuerda este joven, muy aficionado al deporte, que durante un tiempo, antes de decidir que ejercería la misma profesión de sus abuelos y padres, había sopesado la posibilidad de opositar para una plaza en el cuerpo de Bomberos o de Policía Nacional.

Sus abuelos ya tenían ganadería propia y fueron quienes abrieron en su día la carnicería Félix, que cuenta, al mismo tiempo, con el servicio de supermercado en la capital belmontina. El relevo lo tomaron los padres de Félix y Andrea, José Manuel y María del Mar. Ahora ambos hermanos trabajan también junto a sus padres, quienes, con los años, han ido ampliando el negocio con la apertura de la fábrica que les permite vender sus productos, conocidos con el nombre de Embutidos Belmonte, tanto dentro como fuera de la región.

"Por la mañana estoy trabajando en el matadero, que lo llevamos tres socios, y por la tarde me dedico a la elaboración de embutidos. También preparamos terneros para autoconsumo, pues tenemos clientes particulares. En cuanto a ganado, tenemos alrededor de veinticinco vacas adultas de la raza asturiana de los valles", explica este joven, que de todo el trabajo que desarrolla a lo largo del día lo que más le gusta es el tiempo que está atendiendo el ganado. Para este belmontino no hay mejor lugar para vivir que su tierra. "Yo esto no lo cambio por nada del mundo, a mí me gusta mucho la naturaleza y además está la tranquilidad que se respira aquí", matiza, al tiempo que recuerda que durante su tiempo libre hace deporte, juega al fútbol e incluso va de caza, otra de sus aficiones.

Como tantos jóvenes que viven y trabajan en la zona rural, tiene muy clara la situación que vive el campo asturiano, y en este sentido señala que "hay que trabajar mucho para salir adelante y mantenerse; el precio de la carne no es alto, sigue casi invariable con los años, sin olvidar que cada vez hay menos subvenciones para el campo en los últimos tiempos. También tenemos los daños del lobo y del oso. Belmonte es el concejo asturiano más afectado por ello", recuerda. Al tiempo que matiza que "tardan un año en pagarte, además de los problemas a la hora de certificarlo; más que el ataque de los lobos, que está ahí, el problema reside en que no se valora adecuadamente lo que cuesta el animal que ha sido atacado. Pagar sí pagan, eso es verdad, pero tardan en hacerlo". Indica este joven que cree que es posible vivir en y del campo siempre y cuando se cuente con una inversión apropiada al proyecto para comenzar.

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