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Ganaderos del desencanto

"Habrá que buscar otro trabajo y tener las vacas como complemento", lamentan los jóvenes productores asturianos, que ven el sector agrícola "en ruinas"

Los moscones Beatriz Gutiérrez, Santiago García, Abel López, Javier Fernández y José Fernández, en la villa. MIKI LÓPEZ

Son jóvenes, llevan entre vacas toda la vida, pero ya no aguantan más. El sector ganadero está "negro, cada vez peor, en ruinas". Y no se ven otros treinta años tirando del carro. "Que va, así no llegamos a jubilarnos. Habrá que buscar otro trabajo y tener el ganado como un complemento, para entretenernos", lamentan Santiago García, Javier Fernández y Abel López, tres treintañeros de Grado, que representan el futuro del campo asturiano. Pero sin ellos, ese futuro peligra. Y peligra por varias razones: descenso de beneficios y ayudas, aumento de gastos, mala propaganda (informe de la OMS sobre el consumo de carne), presión burocrática, falta de cuidado de los montes, ataques de la fauna salvaje y saneamiento. Con todo, los moscones llegan a finales de mes con menos de mil euros en su bolsillo.

"Las cuentas no salen miren por donde se miren. El precio de la carne ya está en los cinco euros el kilo, mientras que un saco de pienso te cuesta doce. Y un ternero hay que cebarlo una media de seis meses", dicen. Los jóvenes, que han constituido una asociación con 44 miembros en Grado -entre ellos Beatriz Gutiérrez y José Fernández Blanco-, se quejan de que "el cincuenta por ciento del tiempo" lo gastan en papeleo. "Tenemos que dejar de atender a las vacas para ir a la Consejería. Todas estas leyes no se entienden y las ponen gente que en su vida pisaron una ganadería", agregan. Por eso el presidente del colectivo, Santiago García, de 30 años, invita a los funcionarios de la Administración regional a pasar un día entero en su explotación de Sestiello. "Así verán cómo funciona esta profesión, cuántas horas se trabaja y que nuestra mayor alegría es que el lobo no nos coma el ganado". A continuación se detallan todas sus preocupaciones.

Gastos. Mientras que las ganancias de desmoronan, los gastos no paran de aumentar. Los ganaderos aseguran que criar un ternero cuesta unos 90 euros al mes. A ello hay que añadir las atenciones veterinarias. "Cualquier visita ya supone como mínimo 60 euros y si da la casualidad que hay un parto y tienen que hacer una cesárea, 200 euros. Al año puedes llegar a perder en estas cosas 2.000 euros", detalla Beatriz Gutiérrez, de 46 años y de El Rosal. En contraposición a todo ello, el precio de la carne lleva más de treinta años en caída libre, lo cual irrita a los profesionales asturianos.

Ayudas. Los ganaderos esperan como agua de mayo recibir los anticipos de la Política Agraria Común (PAC), que sin embargo no acaban de llegar. "Hay familias que no han recibido ni un céntimo. Y ya estamos en diciembre, falta información", protesta Beatriz Gutiérrez. Con las subvenciones en camino, los asturianos temen que la nueva PAC -tiene en cuenta la superficie en vez de la producción- castigue al pequeño ganadero. "La UE está ayudando a regiones como Castilla y León, pero no a Asturias. Las fincas más grandes aquí son de 50 hectáreas. Es imposible que así podamos ser competitivos", dice Santiago García.

Papeleo. La burocracia ahoga al ganadero. Javier Fernández Alonso, de 32 años y de la parroquia de Riviellas, asegura que "el cincuenta por ciento del tiempo lo gastamos en rellenar papeles". "Todos son documentos y si tienes un fallo, penalización en las ayudas", protesta. Un fallo es por ejemplo no dar de baja a un animal antes de los ocho días. "Hay veces que se te olvida. Pero les da igual", agrega Beatriz Gutiérrez. Los profesionales del sector están obligados a cubrir un libro de explotación con el objetivo de guardar la trazabilidad de la carne. Además, a partir de hoy tendrán que llevar a rajatabla otro libro, dirigido a la explotación agraria, debido a la normativa europea de uso sostenible de fitosanitarios. "Ahora tendremos que poner la parcela donde trabajamos, qué producto empleamos, la fecha y la máquina que utilizamos", explica Gutiérrez. "No está mal tener conocimiento, pero lo del registro ya me parece una barbaridad", dice Fernández.

Saneamiento. Las inspecciones de la consejería de Desarrollo Rural ponen los pelos de punta a los jóvenes ganaderos. "Es una vergüenza, el control que hacen no sirve para nada", sostiene José Fernández Blanco. Y se explica: "Como tengas una vaca mala, ya quedas 'manchao' por tres años. No puedes exportar animales ni nada. Y no tienen en cuenta que el primero que no quiere tener una vaca así es el ganadero". Además, añade Javier Fernández Alonso, son frecuentes los falsos positivos. "A mí ya me pasó. Me dicen que está mala una vaca y a los tres meses me dicen que estaba bien. ¿Y quién se hace cargo de todo el dinero que perdí? Nadie", comenta.

Montes. Los profesionales se quejan de que están "totalmente abandonados". Para corregir esta situación, dice Santiago García, sólo hay tres soluciones: desbrozar, hacer quemas controladas y llevar a las cabras para que pasten. Sin embargo, "la primera y la segunda están prohibidas y la tercera no podemos, porque viene el lobo y acaba con todo. Y así estamos, cada vez peor y con más maleza", añade.

Fauna salvaje. El lobo y ahora también el oso son los principales enemigos del campo. Es la eterna polémica entre ecologistas y ganaderos. "Ellos tienen más poder que nosotros, son votos. Y su sueldo no se ve mermado por apoyar a la fauna. Ahora bien, si perdiesen dinero como nosotros, las cosas cambiarían", dicen. José Fernández afirma que los adelantos de pagos por daños es "mentira". "Llevo dos años esperando a que me paguen por un potro. Y eso que son sólo 120 euros", señala. Los ganaderos dejan claro que los "mayores ecologistas somos nosotros".

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