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Por amor a la piedra

La artesana Belén Alonso suma más de 25 años de experiencia en el oficio de la cantería y la talla, que practica en su taller de la localidad maliayesa de Camoca

Belén Alonso, en su puesto de artesanía en el Mercado Ecológico de Gijón. ANA PAZ PAREDES

Belén Alonso es de las pocas mujeres que hay en Asturias dedicada al duro oficio de la cantería aunque, eso sí, ella especifica que su profesión está más centrada en "la talla en piedra, la escultura y los trabajos de restauración". Lo suyo con la piedra fue amor a primera vista. De hecho ya han pasado más de 25 años desde que se inició en este oficio que ejerce cada día en su taller del pueblo de Camoca, en Villaviciosa, tierra en la que le gusta vivir y trabajar. "Siendo muy joven estudié en la Escuela de Artes y Oficios en Oviedo, pero no acabé los estudios. Luego empecé en la Escuela Taller de Valdediós y elegí la cantería. Allí tenías clases teóricas y prácticas, donde trabajamos en la restauración del monasterio pues también había talleres de albañilería, de forja y de carpintería y ebanistería", recuerda.

Su vida ha estado ligada siempre a Villaviciosa aun a pesar de haber vivido unos años, tras casarse, en Colunga, donde contaba con un taller en el bajo de la casa. A su regreso a Villaviciosa se estableció en la Villa con su marido e hijas abriendo su taller en la finca de La Bustariega, en Camoca. "Es un sitio mucho mejor porque está al aire libre, abierto, y el trabajo de la piedra arenisca genera mucho polvo además del ruido", matiza esta mujer que es pura simpatía. Enamorada del campo y del lugar en el que trabaja, recuerda sus inicios, que fueron duros, sin embargo su capacidad de trabajo y su pasión por el oficio elegido le ha permitido seguir adelante hasta hoy. "Yo me dediqué más a la talla, lo mío es la heráldica. Poquitín a poco me fueron saliendo encargos y también trabajamos para una empresa de restauración en labores como consolidación de la piedra de los edificios, por ejemplo. Hicimos trabajos de restauración en el Ayuntamiento de Gijón y también en el palacio del duque del Parque, en el Fontán, en Oviedo.

Si por algún estilo arquitectónico siente pasión esta mujer es el Prerrománico, siendo lo primero que surgió de sus manos una reproducción de la famosa celosía del Conventín de Valdediós.

La crisis también afecta a su sector y a su trabajo, sin embargo capea el temporal con un optimismo admirable y le pone al mal tiempo buena cara. "Sin duda que lo que yo hago no es algo de primera necesidad, por lo tanto la crisis ha hecho que disminuyan los encargos, tanto de particulares como de instituciones. No queda otra que moverse mucho, darse a conocer, salir, hacer muchos mercados para que te conozca la gente. A mí me sigue gustando mucho lo que hago y, además, ir a los mercados me permite conocer gente interesante con la que compartir ideas. Yo creo que siempre se está aprendiendo, toda la vida. Al menos ésa es mi experiencia", matiza con una sonrisa.

Esta artesana, que no cambia su vida en el campo por nada, es clara con su profesión y dice que "esto tiene que gustarte mucho porque con lo duro que es este oficio, y con la que está cayendo, no es fácil. Tiene que gustarte porque es un trabajo desagradable en el sentido de que es sucio, genera polvo y cansa muchísimo. Ahora bien, no hay mayor satisfacción que cuando tienes en tus manos la obra terminada", concluye.

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