La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Me quedo en el pueblo Oceño

Una palentina de corazón asturiano

Sofía Estébanez y Santiago Barreiro han recuperado la elaboración de queso cabrales en el pueblo de Peñamellera Alta donde viven

Ímpetu, fuerza y mucha confianza en sí mismos: son tres características del matrimonio formado por Sofía Estébanez Gregorio y Santiago Barreiro Martínez. Eso, y trabajo, mucho trabajo diario al frente de su quesería Trespandiu en el pueblo de Oceño, en Peñamellera Alta, donde, en 2014, empezaron a elaborar queso cabrales. A Sofía Estébanez, palentina, siempre le gustó Asturias y predestinado estaba que sería el lugar donde viviría y formaría una familia. Al Principado se trasladó para trabajar en hostelería y ya con 20 años abrió una empresa de limpieza que cerró diez años después por serle imposible la conciliación familiar. Y es que por aquel entonces y tras casarse con Santiago, tuvieron a sus hijos, que hoy cuentan 2 y 5 años. "Yo quería poder trabajar al tiempo de estar cuidando de mi casa y de mis hijos, y por eso decidimos comprar una antigua quesería que era de una tía de mi marido tras aprender a realizar el queso", explica.

Oceño, un pueblín precioso en el concejo de Peñamellera Alta, es donde vive este matrimonio que apostó fuerte por recuperar la elaboración del queso cabrales en el lugar en el que residen y donde cerró, hace unos meses, otra quesería que había empezado unos años antes. "Mi marido conocía todo el proceso de elaboración a través de sus padres, que tuvieron quesería, y de su tía, pero sin duda la principal ayuda fue por parte del Consejo Regulador, desde nos dieron las pautas más importantes para la elaboración del queso", señala ella, quien, al tiempo, recuerda todavía la emoción que sintieron cuando en 2014, tras comprar la quesería y equiparla con todo lo necesario, fabricaron su primer queso. "La primera elaboración la hicimos juntos y, claro, fue un día muy especial porque eran nuestros primeros quesos, y la verdad que para ser los primeros nos salieron bastante bien. Es un momento que no olvidas. Somos los únicos que quedamos en el concejo haciendo cabrales", recalca.

Sofía y Santiago se sienten muy bien viviendo en su pueblo, donde, además, ella destaca la ayuda de sus suegros, siempre pendientes de los nietos. "Hay que disfrutar de lo que te rodea. No puedes marchar a vivir a un pueblo y luego lamentarte por no estar cada fin de semana en un centro comercial", afirma esta emprendedora que se levanta cada día a las seis de la mañana, mece las vacas, hace queso, se ocupa de su hogar y sube a la cueva de Carraspión, dos veces por semana. Y todo ello en compañía de su marido, que, como ella destaca, le ayuda enormemente en todo el proceso de elaboración y con quien comparte un éxito logrado a base de mucho trabajo y mucha constancia.

"Los dos primeros años fueron duros, muy duros, pero nos ha compensando totalmente. Nuestra evolución ha sido positiva y estamos logrando un productos de calidad que además, cada día, vamos mejorando", afirma. Como muestra ahí están los 130 kilos semanales de los que puede presumir esta mujer que un buen día, y además de Asturias, se enamoró de un asturiano y se convirtió en quesera.

Compartir el artículo

stats