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Me quedo en el pueblo | Sotres

Abel, ganadero y pastor de nacimiento

El joven cabraliego pasa casi tres meses en la majada de Las Vegas, donde se ocupa de los animales que el 31 de abril subieron a los pastos

Abel Fernández López, con su toro y el resto de su ganado, cerca de la majada de Las Vegas. ANA PAZ PAREDES

Abel Fernández López es ganadero y pastor ya de nacimiento. Lo dice con rotundidad, sin dudar un segundo de lo que afirma. "Yo desde pequeñín, cuando llegaba el fin de semana, subía con mi abuelo a la majada, en Las Vegas, cuando se aproximaba la primavera, y con él me quedaba siempre que podía", recuerda. Fue su abuelo Santos quien le inició en el pastoreo, mientras que la ganadería la vivió también desde niño con sus padres, que, al principio, tenían vacas de leche. "Cuando las decidieron vender para hacerse con ganado de carne, tendría yo unos 15 años. Yo ya me di de alta como ganadero con 21 años. Tengo, entre grandes y pequeñas, más de 70 animales de asturiana de los valles y también de la montaña", señala, no sin cierto orgullo, este joven de Sotres, en Cabrales.

Casado con Kaelia Cotera, y próximos a ser padres de su primogénito, este joven cabraliego está al frente de la ganadería Cambureru, que tiene en sociedad junto con su madre. Enamorado de su profesión y del lugar en el que vive, es de los pocos pastores que quedan en activo en su pueblo. "Arriba, en Las Vegas, sólo están mis tíos Ángel y Deli, otro vecino y yo, que nos quedamos en las cabañas desde el 31 de abril, que sube el ganado, hasta mediados de julio, que es cuando toca ir a la hierba, entonces subimos a los animales a pastos más altos". En Las Vegas pocas cabañas y cuadras sobreviven al paso del tiempo, a excepción de quienes las utilizan para su fin. "Yo soy pastor, no sólo ganadero. Esta profesión nuestra es muy vocacional. No te haces ganadero, naces ganadero. Recuerdo que de joven tenía la solicitud y todo echada para estudiar FP de chapa en la especialidad de pintura y me volví atrás. Yo quería ser lo que fui desde críu: ganadero".

Los días que pasa en la majada de verano de Las Vegas, y después de estar pendiente de sus animales, pues además de vacas también tiene ovejas xaldas y cabras, Abel Fernández invierte el tiempo que le queda, y la luz natural, pues en la cabaña no hay electricidad ni cobertura de móvil, en realizar unos preciosos cencerros que son todo un éxito cuando los lleva a vender a algunos mercados. "Aquí hay que invertir el tiempo que tienes en la cabaña en algo, y yo hago esto", dice sonriente. Al fondo, sobre la cocina de leña y en un estante superior, están algunos quesos que hace tanto su madre como su mujer, además de una botella encima de la mesa donde una vela está casi consumida hasta la mitad.

Abel Fernández cree que, hoy por hoy, sí se puede vivir de la ganadería, "aunque para vivir de ella tienes que tener muchos animales. Eso sí, vas a trabajar mucho y por supuesto que no te vas a hacer millonario. Empezar de cero cuesta muchísimo, basta sólo pensar en la maquinaria que hay que comprar, todo cuesta dinero. Pero yo no soy el único, de hecho la mayor parte de mis amigos también son ganaderos y son de mi misma opinión", matiza.

Este joven ganadero pone especial énfasis en los daños causados por el lobo. "Es un tema muy complicado. El lobo mata porque tiene que comer todos los días. Recuerdo que el día que me casé el lobo me mató nueve ovejas y de cabras llegué a perder quince. Los peores meses son de septiembre a noviembre inclusive, cuando hay más ataques. Las perdidas económicas son tremendas. No podemos seguir así", destaca.

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