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Me quedo en el pueblo El Pumar

Artesano de la vida y la madera

David González, maestro de talla y ganadero, anima a la gente a volver al medio rural y revitalizar los pueblos que van quedando sin vecinos

Artesano de la vida y la madera

"Echo de menos un bar en mi pueblo para ir de tertulia con los vecinos. En mi parroquia, San Sebastián de Morcín, llegó a haber cuatro bares y no queda ninguno. Los vecinos se van muriendo y las casas van quedando vacías. Y no todo es por culpa de la crisis. Las comunicaciones son muy importantes para que esto no suceda y nosotros tenemos una carretera que está muy desatendida, el piso está mal", afirma David González Prieto, artesano de la madera, que vive desde los 5 años en el pueblo de El Pumar, en Morcín, en la que antaño fuera casa rectoral y que fue comprada por sus padres y luego restaurada. "Lo que quedaba era una ruina, estaba fechada en el año 1796, nosotros la fuimos restaurando poco a poco, a nuestro aire, y es nuestro hogar", resalta.

Casado y padre de una joven de 20 años, David González es un defensor a ultranza de que en pleno siglo XXI se puede vivir en pueblo si se lucha por lo que se quiere y se tiene un proyecto de vida. "Vivir en un pueblo no implica aislamiento, como antaño, yo estoy, por ejemplo, a unos 20 minutos de Oviedo y de muchos otros sitios, con la diferencia de que vivo donde quiero, en el pueblo, en plena naturaleza, con mi familia, en un lugar que me aporta mucha paz y mucha tranquilidad. Aquí trabajo en mi invernadero, ovejas, unas cabras, perros, una huertina, y además me gusta mucho la caza", recuerda. Todo eso y, además, los numerosos trabajos de talla que realiza por encargo y por los que es sobradamente conocido.

Ya desde niño se enamoró de la talla de la madera con una clara influencia de su abuelo Ángel Prieto, que era madreñero y con quien pasaba buena parte de sus días de infancia. Fue él quien le regaló la primera gubia. "En Oviedo hice un curso de carpintería y talla y en seguida le pillé el gusto, siempre se me dio muy bien el dibujo y aprendí rápido a tallar", recuerda. Y es que a pesar de su juventud puede decirse que David lleva toda la vida prácticamente entregado a su oficio artesanal.

Su carácter emprendedor le llevó a abrir en el año 2006 en La Foz de Morcín su taller de talla en madera La Zuela, nombre puesto en honor de su abuelo, y que cuenta en la actualidad con nada menos que sesenta alumnos de diferentes puntos del Principado. "Empecé a dar clases con mucha ilusión, pero pensando que nadie es profeta en su tierra y, sin embargo, me sucedió todo lo contrario. Siempre he tenido mucha gente, en eso tuve mucha suerte y doy las gracias a cuantos han confiando en mí", afirma no sin cierta emoción.

David González cree que hay que potenciar la vida de su pueblo y se siente feliz de haber abierto este taller en La Foz. "Hay que motivar a la gente, a mí me encantaría que las casas que se van quedando vacías se volviesen a llenar de familias con niños; que se vuelva a trabajar el campo, que con poco se sale adelante si se quiere. Lo importante es pensar siempre en positivo", dice. Del mismo modo también anima a las mujeres a iniciarse en la talla. "En mi curso sólo hay cuatro mujeres y se les da bastante bien, a ver si se animan muchas más".

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