Manuel Fernández Díaz y Laura Carrio Cortina es un joven matrimonio que vive en Villoria, en el concejo de Laviana. Dice Manuel que no cambia su pueblo por nada. "No me gusta la ciudad, vivo aquí con mi familia, con mis padres, desde hace más de quince años, y no quiero marchar", señala este joven de 24 años, que en plena crisis decidió convertirse en ganadero. "Como tantos jóvenes, estuve trabajando en la construcción y, al igual que muchos de ellos, acabé en el paro. Al final me di de alta en la Agraria en 2014 con veintiuna vacas, y me dieron una subvención como joven ganadero. Ahora tendré alrededor de treinta de la raza asturiana de los valles", señala Manuel bajo la atenta mirada de su mujer, Laura, que, como él, también vivía en un pueblo, y en su caso mucho más pequeño, La Brañueta. Para ambos la vida en el campo es fundamental, no lo cambian por ninguna ciudad.

Manuel está cada día aprendiendo, como él mismo dice, en un oficio duro y duramente castigado por la crisis como es el sector ganadero, donde regenta Ganados Díaz. "Yo soy vocacional, me gusta mucho la ganadería y no me arrepiento para nada de la decisión que tomé. Hombre, es duro, muy duro, el primer año y medio ha sido muy difícil; es complicado, pero hay que tirar para delante. Estamos empezando y a pesar de todo estoy contento, fue lo mejor que hice. Por mí en el futuro me veo con sesenta vacas. Además contamos con la ayuda y el apoyo de la familia, mis padres están siempre ahí", afirma este joven, que también hace profesionalmente un perfecto tándem con su mujer, pues ella es una profesional de la carnicería.

"Yo hice un curso en la Escuela de la Carne en Mieres para ser carnicera. Tendría 18 o 19 años. Trabajé durante un tiempo en una gran superficie y cuando me quedé en el paro busqué por Laviana algún local equipado para abrir mi propia carnicería y al final inauguré la mía en marzo de 2015. Allí, como puedes suponer, toda la carne de vacuno procede de nuestra ganadería, además de ofrecer también productos del cerdo, conejo, cordero, en fin, como todas las carnicerías. En Laviana hay un buen número y cuesta mucho hacerse un hueco, que la gente te conozca, pero en ello estoy, luchando y trabajando por ello, no queda otra", dice ella, que al tiempo recuerda que la carnicería se llama como ella, Carnicería Laura.

Ambos hicieron un llamamiento para que los jóvenes regresen a los pueblos. Tal y como dice Manuel, "hay que volver a dar vida a los pueblos, hay de qué vivir si se busca y se intenta. La gente mayor se muere y no va quedando nadie. No decimos que sea fácil, ni mucho menos, pero tampoco hay nada fácil en las grandes ciudades. Nosotros estamos trabajando prácticamente todo el día, es duro, pero estamos donde queremos estar, que es en Villoria".