La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Me quedo en el pueblo | Marentes (Ibias)

Apicultor entre Asturias y Galicia

El ovetense Alberto Uría Moreno vive en el pueblo de Marentes, justo en la raya que divide ambas comunidades, donde cuida 120 colmenas

Alberto Uría, con la miel que fabrica.

"Yo vivo justo en la raya entre Galicia y Asturias, en un pueblo donde mi casa pertenece a la parroquia de Marentes, en Ibias, mientras que administrativamente depende de Negreira de Muñiz, en Lugo", dice Alberto Uría Moreno, un joven ovetense que, habiendo estudiado Derecho y Forestales, se decantó finalmente por un oficio que vio ya desde niño en la casa familiar. "A mí siempre me gustó la apicultura, siempre hubo colmenas en mi casa. La apicultura es una ganadería muy respetuosa con la naturaleza", señala este joven, que es todo un entusiasta de su oficio tradicional y, sobre todo, de una profesión para la que pide un apoyo desde la Administración autonómica. "Creo que deberían apostar más por crear empleos en este sector y en zonas rurales periféricas, que son las que están quedando más despobladas. Sería bueno para todos. Para los que se emplean y para que los pueblos no queden abandonados", dice.

Alberto Uría es un apasionado de su trabajo. Empezó con nueve colmenas y ahora tiene 120 repartidas en terrenos de Asturias y Galicia, en el lugar en el que vive, en una casa antaño de sus abuelos y de su padre. "Estaba cansado de la ciudad, no era lo mío, me vine a vivir aquí encantado. Es cierto que a veces la soledad es dura, no hay un bar donde charlar con la gente del pueblo, pero estás todo el día currando y tienes poco tiempo para pensar en ello. Es cierto que echas de menos a familia y a amigos, pero, bueno, yo voy de vez en cuando a Oviedo y a mí lo que me gusta es la vida tranquila, vivir aquí y ocuparme de mis abejas", señala.

En cuanto a su producción, una miel que lleva el nombre de Outurelos, "como se llama el monte que está aquí debajo del pueblo, un bosque de castaños centenario donde mi familia crió el ganado", afirma Alberto, que sólo vende "lo que obtengo de mis abejas, polen y miel. Para mí es importante que, aunque sea poca miel, sea de mucha calidad. Hago ediciones limitadas, lo mío es la miel de autor. Estamos perdiendo un poco la identidad asturiana y hay que saber que detrás de cada producto hay una persona y una historia. Empecé con nueve colmenas y ahora tengo 120. Saco mieles monoflorales y tengo miel de varias cosechas. Siempre abogué por una producción respetuosa con los animales, por ejemplo, en mi caso no alimento colmenas ni tampoco las estimulo, dependo totalmente del campo", afirma.

En cuanto al incremento del número de osos en la zona en los últimos años, este apicultor es muy claro: "Mira, a mí el oso me reventó unas treinta colmenas y, sin embargo, soy un defensor de la convivencia del oso y las personas. Lo que pasa es que cada vez hay más y cada vez menos gente en los pueblos, ellos se acercan donde hay más comida y cada vez tienen menos miedo".

En cuanto al avispón asiático sostiene que está "más localizado en la zona de costa, no le gusta la alta montaña, y en cuanto al gran problema de la varroa (parásito de las colmenas) no hay unidad para tratarla. Yo soy partidario de que, al igual que pasa con el resto del ganado, la Administración realice un control, un saneamiento de las colmenas porque para los apicultores es un problema muy serio".

Los lunes de julio y agosto, y en Degaña, Alberto Uría realiza una ruta divulgativa con la que da a conocer el oficio de la apicultura y el mundo de las abejas. "La gente viene a conocerlo desde dentro. Yo defiendo que hay que hacer miel siguiendo el modo tradicional, con amor a la naturaleza y respeto al entorno".

Compartir el artículo

stats