"Yo llevo con las madreñas desde los 16 años. Mi padre fue quien empezó con este oficio junto con unos hermanos y puso en marcha este taller de elaboración de madreñas. Cursé mis estudios y cuando finalicé me quedé con en él en el taller", señala Raúl Martínez Rodríguez, uno de los últimos madreñeros de Asturias y, entre ellos, posiblemente el más joven. Él aprendió en casa, como quien dice, siendo el relevo generacional de su padre, del mismo nombre, al frente de la fábrica de madreñas La Virgen de los Remedios.

Casado con Isabel y padres del pequeño Raúl, de 5 años, cree que la crisis no les ha afectado con la misma intensidad que en otros núcleos poblacionales o en las ciudades. "La crisis se ha notado aquí mucho menos, de hecho prácticamente no la hemos notado. Posiblemente sí en el caso del bar restaurante que tenemos también aquí, pero en cuanto a la venta de madreñas seguimos más o menos igual. Nosotros aquí vivimos muy bien, no lo cambio por ningún otro lugar. Y en cuanto a lo de la crisis, bueno, tal vez es que el campo siempre ha estado en crisis y por eso no la notamos tanto", señala.

Su hijo también le está cogiendo afición al oficio que ha visto ejercer a su abuelo y a su padre. En este sentido, el progenitor matiza que "el niño hace lo mismo que hacía yo de crío. Nos ve trabajar y empezó a imitarnos como si fuera un juego. Sin embargo, con lo pequeñín que es, ya se lo toma con mucho interés y lo hace con ganas".

La mayor parte de las madreñas que realiza son para su uso por la gente de los pueblos, aunque hay una pequeña parte que la compra el turismo. Junto con este trabajo artesanal Raúl Martínez realiza otros muchos trabajos con la madera, como es el caso de los "cachos" para beber el vino, jarras de madera, bastones, todo tipo de utensilios de cocina; piezas fuertemente torneadas y pulidas, bastones, cestos y hasta diferentes tallas en madera. De estos últimos trabajos realizó varios cuadros, entre ellos uno con un trisquel, así como trabajos artesanales para varias casas rurales. En cuanto a los materiales que emplea para la realización de las madreñas, señala éste el abedul, la faya o el pládanu.

En cuanto al regreso al pueblo o para eludir los efectos de la crisis, Raúl Martínez tiene claro que "al campo no se puede venir sin nada esperando partir de cero. Así, más que difícil, y en los tiempos que corren, lo veo imposible. Ahora bien, otra cosa es contar con un principio en el pueblo, es decir, regresar a la casa de los padres o de los abuelos, o bien continuar el tema de la ganadería y la agricultura si ya lo hay en la casa. Nosotros aquí vivimos bien porque tenemos el trabajo, el bar, una huerta, el taller. Yo en Pambley vivo mejor imposible. Ni me quise ir nunca ni me quiero ir ahora. Y dudo mucho que lo haga algún día salvo que se trate de una situación o algo excepcional", destaca.

Lamenta Raúl que no haya una continuidad en este oficio tradicional. "El más joven que queda debo ser yo. Todos los demás son gente con más de 70 años. De mi edad no conozco a nadie". Preguntado sobre si le gustaría que su hijo fue su continuador, Raúl Martínez es claro: "Tiene 5 años y para él es como un juego. Hombre, yo intento que aprenda todo lo posible y si quiere ser el continuador de nuestra fábrica de madreñas, pues encantado. Pero si encuentra trabajos mejores y que le gusten más, y de hecho yo lo preferiría, contará también con todo mi apoyo".