La Comisión Europea pretende que en 2018 los porcinos de los estados miembros no sean castrados quirúrgicamente. La medida, que de momento es voluntaria, es recibida con alarma por el sector cárnico de España, donde el cien por cien de los cerdos ibéricos son sometidos a estas intervenciones para cumplir los altos estándares de calidad de su carne.

"Se extirpan sus órganos genitales para evitar el olor sexual en la carne, derivado de la presencia de dos hormonas que producen los cerdos al llegar a la madurez sexual", explica Miguel Ibáñez, investigador de la facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. Los animales castrados producen además carnes con un mayor contenido en grasa. Para favorecer el bienestar animal y evitar su sufrimiento, Bruselas publicaba en 2010 una declaración donde planteaba alternativas a la castración. La norma pone de límite 2018 para acabar con esta práctica, algo que no comparten las empresas cárnicas nacionales.