No deja de resultar curiosa la historia de Emilio Busto Fernández, quien buena parte de su vida ejerció como parquetista; trabajando, por ello, con los pies bien firmes en el suelo. Sin embargo, desde hace un año es marinero. Pescador. Profesional de un oficio duro y poco conocido al que ha llegado convencido de que todo cambio es para mejor y, además, disfrutando de lo que es hoy su profesión, pues, además, es un hombre enamorado de la mar.

"Mis padres son de Ibias y yo nací en Oviedo, pero vivimos unos cuantos años en Gijón, en El Cerillero. Hice FP en el Revillagigedo y me especialicé en construcciones metálicas. Por aquel entonces trabajaba la madera en la construcción, en obras grandes. Luego nos vinimos a vivir a Argüero y yo no quería venir ni a tiros, ya se sabe, cuando eres muy joven, yo quería seguir en Gijón, claro. Y ahora sin embargo no cambio este pueblo por ningún otro", dice sonriendo.

A lo largo de su vida profesional ejerció como parquetista unos diez años "y al principio me iba muy bien, estaba contento, pero luego llegó la crisis y hubo un momento que ya no ganabas para pagar los desplazamientos y los gastos. Al final lo dejé y abrí una tienda en Villaviciosa dedicada a la pesca deportiva, a la que soy gran aficionado. Ahora la lleva otra persona y yo, hace un año, trabajo como marinero con mi patrón, Pedro Sergio García Fernández, dueño de la embarcación "Merón", un paisano de palabra, serio, con el que trabajo muy a gusto. Me surgió la oportunidad de trabajar con él y a la semana ya estaba encantado. Es más, cuando terminamos yo cojo mi caña y me voy para el pedrero a seguir pescando. A pocos días de empezar a trabajar con él ya estaba enganchado a esta profesión. Mi ilusión sería jubilarme aquí, en Tazones", añade.

Sobre su oficio es claro: "Aquí no hay nada seguro. No es como el que tiene un empleo y cobra a fin de mes. Por ejemplo, para nosotros, que no vamos al palangre, los meses de octubre y noviembre son malos. Nosotros pescamos con malla; salmonetes, pixín, rodaballo, algo de marisco, etcétera. Luego hay días que, por mala mar, no podemos salir a faenar y ese día no lo cobras. Aquí en Tazones son siete los barcos que seguimos saliendo a la mar", recuerda Emilio, quien tuvo que formarse para su profesión actual. "Me surgió la oportunidad de reciclarme un poco e hice un curso de formación básica que tienes que hacer para ser marinero-pescador. Yo lo hice en Santiago, pero en Asturias creo se oferta también en un par de sitios".

En cuanto a su vida en Argüero, dice que no la cambia por nada. "Me gusta mucho vivir en el pueblo, relacionarme con mis vecinos, salir a pescar. Aquí tengo mi casa, mi hogar, y también está el negocio de mis padres. Yo tengo una lancha deportiva y disfruto mucho saliendo con ella. Tengo una calidad de vida que no la habría soñado en Gijón. Yo no sé lo que es la palabra estrés".