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Me quedo en el pueblo | Barcia (Valdés)

El campo es toda su vida

Esther Rubio Menéndez se dedica al cultivo de su huerta y a la venta de sus productos, tanto en su domicilio como en el mercado de Luarca

El campo es toda su vida

Aun siendo una mujer joven, se puede afirmar sin duda alguna que Esther Rubio Menéndez lleva toda su vida dedicada al trabajo en el campo. Siempre tuvo claro lo que quería y, aún más, reconociendo que estudiar no le gustaba demasiado. "Yo nací en Ayones, pero por poco periodo, pues luego viví un tiempo con mis abuelos en Carlangas. Pasado un tiempo mis padres decidieron comprar una casa en Barcia y para aquí nos vinimos. Estudiar no me gustaba, qué va, prefería la tierra, el pueblo, las vacas, lo que había vivido siempre en el pueblo. Y ya desde muy joven supe a qué quería dedicarme: a la agricultura, a mi huerta, y a comercializar mis productos", afirma esta mujer que a renglón seguido añade: "Bien es verdad que cuando me casé mi idea era ocuparme sólo de mi casa y mi familia, pero soy incapaz de estar quieta. Estuve un tiempo trabajando en un restaurante, pero lo dejé porque, aunque me gusta mucho el trato con la gente, me sentía un poco encerrada y echaba de menos el trabajo del campo".

Empezó con poco pero con mucha constancia, como primero lo hizo su madre, tal y como ella lo recuerda: "Un día empezó mi madre a acudir al mercado de Luarca con cuatro cosinas: unas cebollas, unas patatas, berzas. Yo la acompañaba y me empezó a gustar acudir al mercado y, cuando ella lo dejó, yo cogí el testigo" afirma Esther, para quien su profesión es, también, su pasión tal como ella misma afirma. "La huerta es un trabajo constante, no hay horas suficientes en el día para mantenerla a punto y recoger sus frutos. También es cierto que cuando te gusta este trabajo, como es mi caso, estás aprendiendo todos los días, nunca lo sabes todo. Sembrar no me gusta tanto como recoger lo que da la tierra y llevarlo a vender al mercado. Para mí lo más duro es quitar las hierbas, es horrible", matiza.

Tiene casi de todo, dependiendo de la temporada. En estas fechas y en su casa de Barcia, adonde suele acudir buena parte de su clientela, hay variedad de fabas, frutos secos, berzas, acelgas, coliflor, repollo, calabacín, puerros, zanahorias, diversidad de pimientos y otros tantos productos de la tierra. "Yo vivo mucho mi trabajo, acabo a veces reventada, pero, al mismo tiempo, satisfecha. Me encanta lo que hago y me encanta vivir en el pueblo, no podría vivir en una ciudad", añade.

Casada y madre de Cristian (14 años) y Diego (12), trata de armonizar lo mejor posible la vida familiar y laboral. "No es nada fácil porque hay días en que estoy, por motivos labores, buena parte del tiempo fuera de casa, pero entre todos lo conseguimos, no queda otra", recuerda esta mujer para quien el campo, hoy, no vive su mejor momento. "El campo lo que tiene de bueno es que si tienes dos manos y una huertina no vas a pasar hambre si la trabajas y eres constante. El campo asturiano pasa por un momento difícil, cada vez hay menos ayudas y por contra cada vez te exigen más", señala.

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