La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La falta de lluvias intensifica la expansión de oruga procesionaria

El insecto, presente en sendas peatonales y patios escolares, provoca serias reacciones alérgicas en personas y animales

La falta de lluvias intensifica la expansión de oruga procesionaria

El incremento de las temperaturas medias de los últimos días y la ausencia de lluvias favorece la llegada de una nueva plaga al Principado: la oruga procesionaria, una especie típicamente mediterránea sobre la que veterinarios y técnicos de empresas de control de plagas coinciden en el "riesgo serio" que puede suponer tanto para personas como animales. El peligro lo entraña su curioso mecanismo defensivo: cada procesionaria posee cerca de 500.000 tricomas, una especie de dardos o flechas envenenadas que recubren su cuerpo y sueltan cuando se sienten amenazadas. El contacto con ellas produce dermatitis, lesiones oculares y fuertes reacciones alérgicas, detallan los expertos, llegando incluso a generar problemas respiratorios. La inhalación de los finos pelos de la oruga, donde oculta su veneno, puede producir problemas especialmente graves en los niños.

La oruga suele presentarse siempre en forma de procesión (ligadas unas a otras) y ubicarse cerca de los pinos donde instalan los "bolsones" en los que se desarrolla la larva y son precisamente esas procesiones lo que resulta muy llamativo para los más pequeños, que tienden a tocarlas para tratar de entender lo que son.

Según los informes del Ministerio de Agricultura, el avance de la oruga procesionaria en los últimos cuarenta años, viene favorecido en parte por el calentamiento global, ya que se trata de un insecto que huye de los niveles elevados de humedad. De hecho, las larvas aparecen regularmente durante el primer cuatrimestre del año, entre enero y abril, a medida que las temperaturas medias empiezan a subir, tras superar lo más crudo del invierno.

Las temperaturas casi primaverales de los últimos días han favorecido su proliferación en zonas como el concejo de Aller, especialmente en la senda que une Moreda y Caborana. También en centros educativos de la región se han visto en la necesidad de acudir a los técnicos para atajar los "bolsones" de procesionaria que proliferan en los pinos próximos a los patios de las instalaciones escolares. Esos "bolsones" resultan muy visibles por su color blanco y porque pueden alcanzar dimensiones de alrededor de 20 centímetros.

Deterioro en los árboles

El insecto somete a una seria defoliación las plantaciones de pinos, abetos y cedros, y, a largo plazo, provoca un enorme deterioro. Los problemas de las orugas no se limitan a la urticaria pues, según detallan los veterinarios, perros y gatos son especialmente vulnerables a su veneno. Cuando se comen las orugas se tragan también el tóxico del insecto, con lo que pueden llegan a sufrir una necrosis en la garganta y en la lengua. En muchos casos los animales pueden fallecer por el contacto con las orugas, por lo que hay que intentar darse cuenta a tiempo para evitar el roce de las mascotas con estos insectos. Si los pelillos de las orugas entran en contacto con las mucosas o con los ojos de los animales, los síntomas suelen ser picores, urticarias y sensación de quemazón y si la tocan suelen comenzar a babear y a rascarse la zona de la boca. Además, en ocasiones la piel se daña y produce ampollas.

Un estudio reciente desarrollado en el área de Sierra Nevada sobre la plaga de procesionaria señala que el aumento de las temperaturas es el origen fundamental de la presencia de este insecto que, a juicio de los expertos, supone también "una amenaza seria" para los bosques que coloniza. En zonas donde supone un riesgo para la salud humana se propone como solución la fumigación. En áreas con acceso más complicado la solución pasa por la instalación de trampas de feromonas, la eliminación manual de los "bolsones" o, en último término, la fumigación utilizando pulverizadores de mochila o cañones emplazados en camiones.

Compartir el artículo

stats